«El ámbar es un cúmulo de gotas endurecidas de resina fosilizada secretadas hace millones de años por diversas especies de árboles prehistóricos, con algunas bellas imperfecciones y a veces con inclusiones prehistóricas de pequeños animales y partes de plantas», nos recuerda el autor de este texto publicado en Cienciario el 21 de mayo de 2018.
Rafael Salgado-Garciglia
Cuando hablamos de gemas generalmente pensamos en los diamantes, rubíes, esmeraldas y zafiros, consideradas como piedras preciosas de origen mineral, es decir de las rocas. Sin embargo, no todas las gemas se forman a partir de rocas o minerales, están también las de origen animal como las perlas y los corales, y las de origen vegetal como el azabache y el ámbar. El azabache es un residuo de madera fosilizada, es decir, un carbón fósil formado en el período cretácico (145.5 a 65.5 millones de años) a partir de troncos de madera de diversos árboles, principalmente de la familia Araucariácea y una familia fósil llamada Protopinaceae. Aunque también es una gema formada a partir de plantas y es encontrada en el norte de México, me referiré solamente al ámbar, la única gema cuyo origen es la resina fosilizada de árboles prehistóricos.
Aunque muchos sabemos que el ámbar es una gema que se explota en minas mexicanas, situadas en el estado de Chiapas, también se encuentra en los países Bálticos (Alemania, Dinamarca, Suecia, Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania, Polonia, Rusia y Ucrania), en donde se extrae el “ámbar del Báltico”, en Rumania (ámbar ruminita), en España (ámbar de Álava, Teruel y Cantabria), en Canadá (ámbar chemawinita o cedanita), en Italia (ámbar simenita de Sicilia), en Birmania (ámbar de Myanmar o burmita) y en República Dominicana.
El ámbar del báltico procede de yacimientos que se formaron cerca de los cincuenta millones de años, de resina provenientes de árboles de la península escandinava, de una conífera prehistórica que vivió hace unos cuarenta millones de años (Pinus succinifera). El ámbar de España y Canadá tiene un origen similar de diversas coníferas, aunque con procesos de fosilización de más de cien millones de años; el ámbar simenita originó de resinas de especies de la familia Burserácea; los de México, República Dominicana y Rumania, provienen de leguminosas, también de hace varios millones de años.
El ámbar de las resinas de especies de coníferas tiene un alto contenido de ácido succínico (3-8%), por lo que se clasifica como “succinita” y es considerado como el de mayor calidad. La pieza más antigua de este tipo de ámbar fue encontrada en Hannover (Alemania) que data de unos treinta mil años. El ámbar que procede de México y de República Dominicana es clasificado como “retinita” debido a que no contiene ácido succínico, ya que éste se formó de resinas provenientes de leguminosas del género Hymenaea, especie cercana a Hymenaea courbaril, conocida como guapinol en Chiapas y algarrobo en República Dominicana. Este tipo de ámbar también es conocido como “ámbar Valley”.
Aunque el color más común del ámbar es dorado o amarillo, también lo hay en colores naranja, rojizo, verdoso, marrón, azulado y hasta blanco lechoso. Su color depende de la composición de la resina de los árboles, de la presencia de ciertos minerales y del proceso de fosilización.
Aunque ahora sabemos la fuente de esta gema vegetal prehistórica, pasaron miles de años de investigación para determinar su origen. Fue Plinio el Viejo, considerado como el mejor naturalista de la antigüedad (23 – 79 d.c.) quien planteó que el ámbar es formado a partir de la savia de especies de pino.
El ámbar de Hymenaea mexicana, un árbol prehistórico de Chiapas
Hace unos 25 millones de años, una gran cantidad de árboles de la familia Leguminosae, en particular de la especie prehistórica Hymenaea mexicana Poinar & Brownsp., secretaron las gotas de resina que dieron lugar al ámbar que hoy se extrae de los yacimientos de Simojovel de Allende, Totolapa, Huitiupán, El Bosque y Pueblo Nuevo Solistahuacán, en Chiapas, México. Apenas en 2002, esta leguminosa fue descrita botánicamente por La Sociedad de Linneo de Londres, al estudiar partes fosilizadas de este árbol incluidos en ámbar, como pétalos, foliolos y ovarios, ubicándola como una especie extinta cercana a H. allendis y H. protera también descritas por los hallazgos en ámbar, la primera en el mismo ámbar de Chiapas y la segunda de la República Dominicana. Pero, se ha determinado que esta especie es cercana a la especie viva de H. verrucosa que habita en el África del Este y mediante estudios de espectroscopía con carbono 13, se ha demostrado que no tanto a las especies vivas de H. courbaril y H. intermedia que habitan en el sur de México, Centro y Sudamérica, de las que se extrae resina para incienso y copal.
Proceso de amberización
Para dar origen a la formación del ámbar, las resinas deben pasar por un proceso de fosilización al cual se le denomina amberización. Este proceso dura millones de años bajo una serie de pasos continuos, primero la resina se endurece por la evaporación de agua y compuestos volátiles dando inicio a la fosilización en aproximadamente un millón de años; esta resina endurecida antes de pasar por el proceso de fosilización, es lo que denominamos como copal, materia que después de tres millones de años se polimeriza, formándose moléculas más complejas a partir de las más simples, empezando el proceso de amberización, culminando en unos cinco millones la formación del ámbar.
El copal derivado de las resinas de las plantas que dieron lugar al ámbar, es diferente al más utilizado en nuestro país como fuente de incienso, éste proviene de resinas endurecidas de algunas especies de burseras y no es fosilizado.
Durante el proceso de la amberización, algunos organismos o partes de éstos que vivieron hace más de veinte millones de años, quedaron incluidos en piezas de ámbar, lo que ha servido para conocer las especies de animales y plantas que vivían entonces, además de ser útil para entender la dispersión de éstos en el planeta, saber cuáles están extintos y para estudiar las interacciones entre ellos.
Una pieza de ámbar tiene un alto costo y más si presenta una inclusión fósil, por lo que es muy fácil encontrar falsificaciones, incluso algunas con inclusiones de insectos, otros animales o partes de plantas. El ámbar presenta estas características que lo hacen distinguible del falso: es insoluble en agua, flota en agua con sal, poco soluble en alcohol y otros disolventes orgánicos, se carga electrostáticamente, presenta flexibilidad entre 150 y 200 grados Celsius, es fluorescente azul o amarillo con luz ultravioleta larga y verde a corta, libera un olor a resina quemada al toque de un punzón caliente.
Fotografía: Jacek Abramowicz | Pixabay
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