La muerte como un proceso después del envejecimiento abarca todos los órdenes de la naturaleza. Así no lo recuerda esta colaboración publicada en el año 2018 en Cienciario.
Rafael Salgado-Garciglia
¿Por qué murió mi planta? Es una pregunta común entre los que nos dedicamos a cultivar plantas y generalmente creemos que fue debido a un error cometido durante el cultivo. Para que éste sea el óptimo, debemos tomar en cuenta las condiciones necesarias de crecimiento y desarrollo de cada especie en particular, como la necesidad de agua y nutrientes, las características del suelo o sustrato, los requerimientos de cantidad e intensidad de luz, la humedad, la temperatura y los métodos que podemos utilizar para el control de plagas y enfermedades.
Pero, no siempre las plantas mueren por falta de cubrir dichas necesidades, como cualquier organismo, éstas envejecen e indudablemente van a morir ¡No son inmortales!
La senescencia –envejecimiento- y muerte en plantas podemos observarlas bajo dos aspectos distintos, el primero es cuando alguno de sus tejidos y órganos madura, envejece y muere, como la caída de hojas, ramas, los pétalos de sus flores o los frutos, y el segundo, cuando la planta entera muere.
Las plantas monocárpicas mueren después de florecer
Un buen número de plantas muere cuando completan su ciclo reproductivo que puede ocurrir en solo algunos meses de vida, en un año o más, por lo que se les conoce como plantas de hábito monocárpico –florecen sólo una vez para después morir-.
Las plantas anuales cuyo ciclo de vida es de no más de un año, mueren después que sus frutos maduran. Este tipo de plantas en su mayoría son las que germinan, crecen y florecen en primavera-verano y fructifican en verano-otoño. A éstas corresponden muchas ornamentales de flor de temporada (girasol, begonia, crisantemo, petunia y caléndula), los cereales (arroz, avena, maíz y trigo), gran variedad de legumbres, hortalizas y verduras (chícharo, frijol, garbanzo y lentejas) y de diversas hierbas silvestre como cosmos (Cosmos bipinnatus), cardos, campanulillas y plántago.
Lo mismo sucede con las bianuales –o bienales-, plantas que germinan y presentan crecimiento vegetativo en el primer año de vida produciendo solamente follaje como tallos, ramas y hojas, para florecer y dar frutos en el transcurso del segundo, para después morir. Ejemplos de éstas son el perejil, la zanahoria, la cebolla, los pensamientos y los claveles.
Algunas plantas florecen en periodos mayores a los dos años, pero una vez que lo hacen, también fructifican y mueren. La mayoría de las especies de agaves son monocárpicas, algunas de ellas requieren de más de veinte años para florecer, recientemente la agavácea Furcraea longaeva floreció a los treinta años de mantenerla en el Jardín Botánico del Instituto de Biología de la UNAM, una vez que sus frutos maduren, ésta morirá. Igualmente, especies de Aeonium, Aloe, Crasula, Echeveria, Kalonchoe, Sempervivum y de algunas palmas como Corypha, florecen una sola vez y mueren. Algunas de ellas permanecen con crecimiento vegetativo hasta por cien años como el agave amarillo o pita (Agave americana), el bambú de madera gigante (Phyllostachys bambusoides) o el agave fique (Fourcroya gigantea).
Las plantas policárpicas florecen muchas veces antes de morir
La mayor parte de las plantas policárpicas, las que florecen más de una vez al final de cada período de crecimiento, pertenecen a las que se clasifican como perennes con ciclos de vida mayores a dos años, también envejecen y mueren en un tiempo determinado. Hay de varios tipos: en las denominadas herbáceas vivaces, el follaje muere en el transcurso de un año después de florecer, pero permanecen vivos los órganos subterráneos como raíces, rizomas, bulbos o tubérculos (prímulas, lirios, tulipanes e iris) para continuar con el crecimiento en otro período y de nuevo florecer; en las perennes leñosas que pueden ser arbustos o árboles, la parte aérea no muere después de la floración, en éstas cada periodo los tallos se endurecen (lignifican) para soportar condiciones adversas y el nuevo crecimiento del tallo, de ramas y de hojas, para florecer en la próxima estación (azaleas, tomillo, margaritas, frutales, árboles de hoja ancha y coníferas).
Por lo general el período juvenil –crecimiento vegetativo sin florecer- está relacionado con el tamaño final de la planta. La mayoría de los árboles frutales como cítricos, manzanos, durazneros, aguacate y guayabo, si se reproducen por semilla, presentan un periodo juvenil de dos a siete años. Los árboles más altos como las coníferas tardan más tiempo en florecer, va desde los diez (pinos, secuoyas) hasta los treinta, cuarenta o más años (abetos, encinos o robles y el haya común). Una vez que florecen lo seguirán haciendo cada ciclo hasta que envejecen y mueren.
Estas plantas tienen ciclos de renovación de tejidos y órganos después de cada periodo de floración y formación de frutos, lo que asegura su supervivencia. Presentan sistemas complejos de regulación de procesos como la obtención y redistribución de agua y nutrientes, y del uso eficiente de los recursos, por lo que parecieran ser inmortales ¡pero no lo son!
En nuestras casas son comunes algunas plantas que parecieran ser inmortales como el espatifilo o la cuna de moisés (Spathiphyllum wallisii), el listón o “mala madre” (Chlorophytum comosum), los anturios, los coleos, diversos helechos y los filodendron, entre otras muchas más. Incluso decimos que algunas de éstas eran de nuestras abuelas y puede ser cierto, ya que este tipo de plantas que siempre están verdes y florecen, viven muchos años porque se propagan por hijuelos y aunque muera la planta principal, éstos siguen su crecimiento alrededor de ella.
El envejecimiento en plantas puede considerarse cuando el flujo de agua y nutrientes es cada vez menor, lo que da lugar a un debilitamiento, haciéndolas más susceptibles a los efectos externos. En general podemos decir que las plantas como todos los organismos tienen limitada su vida, pero ciertamente estos son los organismos más longevos de nuestro planeta, de este tema te hablaré pronto en Cienciario. No dejes de leernos.
Fotografía: Pixabay.
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