Ninguna vacuna contra la infección por el nuevo coronavirus, ha sido autorizada hasta el momento para uso en humanos bajo estándares internacionales.

 

Elizabeth Ruiz Jaimes | Academia Mexicana de Ciencias

En el mundo existen 321 proyectos candidatos de vacunas, 41 de ellos en alguna fase de ensayos clínicos y 10 en ensayos clínicos Fase III, señaló Celia Alpuche Aranda, directora del Centro de Investigación sobre Enfermedades Infecciosas (CISEI), del Instituto de Salud Pública y parte del consejo de asesores de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

De acuerdo con la especialista, el desarrollo de las vacunas van desde las plataformas clásicas hasta las novedosas. En las primeras se encuentran las vacunas de virus inactivados (como la de polio), virus atenuados (como la vacuna SRP, sarampión, rubeola y paperas), subunidades de proteína (como la de influenza), de partículas tipo virus (como la de Virus de Papiloma Humano).

Las segundas, de plataformas novedosas: vectores virales (vacuna de Ébola-VSV), DNA (ninguna vacuna), de RNA (ninguna vacuna), células presentadoras de antígenos (ninguna vacuna). En algunas de estas plataformas se trabajan proyectos de vacuna contra SARS-CoV-2.

La seguridad

La especialista comentó que “todos los tipos de vacunas tienen sus ventajas y sus limitaciones. Las vacunas de Covid-19 que han llegado a fase III, cuentan en su mayoría con sólida información preclínica y fase I/II pero nos hablan de poco tiempo de observación, nos dicen que se presentan efectos adversos locales semejantes a otras vacunas, pero el tiempo de estudio es corto y la cantidad de pacientes estudiados es muy limitado para identificar otras reacciones adversas, o que sean poco frecuentes porque son pocos pacientes”.

Por ello consideró “indispensable asegurar la armonización de datos de seguridad y de inmunogenicidad y de eficacia de todos los estudios en todas las vacunas candidatas en los ensayos clínicos”.

Participante en el encuentro virtual organizado por la Academia Mexicana de Ciencias, “Vacunas contra COVID-19. Consideraciones éticas y científicas”, la investigadora consideró que se enfrenta “una situación sin precedentes, hay que tomar decisiones en ausencia de una vacuna registrada y sin que se cuente con toda la información. La disponibilidad inicial para cualquier país será limitada por la magnitud de la producción y la demanda mundial. Por ello, se debe de realizar un trabajo estricto de priorización de vacunación basado en riesgos, equidad y bajo un estricto marco de principios de valores, para definir grupos de población a vacunar de manera escalonada conforme se tenga acceso a una vacuna”, dijo.

La integrante del grupo de trabajo sobre las vacunas COVID-19 del Grupo de Expertos en Asesoramiento Estratégico (SAGE) de la Organización Mundial de la Salud (OMS), explicó que “el desarrollo de vacunas contra Covid-19 es el más acelerado en la historia de vacunas en el mundo. Seguramente contaremos con una o más vacunas contra la infección que causa el SARS.CoV-2, pero todavía no sabemos cuándo estará disponible alguno de los candidatos con registro sanitario”, además de reconocer que “aún hay incertidumbre respecto de características de la o las vacunas que lleguen a registro y distribución inicial: magnitud de la eficacia para proteger contra enfermedad sintomática y grave, eficacia en diversos grupos de población, niños (sólo un estudio incluye niños mayores de 5 años), embarazadas, adultos mayores de 70 años (pocos estudios en progreso), inmunocomprometidos y con otras comorbolidades; capacidad de inhibir transmisión de la enfermedad, por el limitado tiempo de seguimiento y número de personas estudiadas será difícil tener datos sobre eventos adversos poco comunes o que sucedan después de largo tiempo de inicio de vacunación; duración a largo plazo de la inmunidad”.

En el caso del país, llamó a “revisar y adecuar la infraestructura de recursos humanos, física y operativa del programa de vacunación universal de México para establecer la estrategia de vacunación Covid-19 y asegurar el éxito”.

Según la científica, se debe reforzar al máximo, incluyendo un sistema nominal de seguimiento de vacunados con el fin de identificar de manera oportuna cualquier evento adverso asociado a la vacunación.


Fotografía: Mufid Majnun | Unsplash