“Pero la ciencia también requiere incorporar a miles de nuevos combatientes, y no para la actual batalla, sino para las que en el futuro seguramente hemos de enfrentar…”

Horacio Cano Camacho

Cuando estaba en los primeros años de la carrera (1982), me leí una novela chiquita de Paco Ignacio Taibo II, de donde ahora tomo el nombre y la idea. En un hospital se encuentra un joven sobreviviente del movimiento estudiantil y la represión del 68. El movimiento vive una dolorosa derrota y la depresión y la angustia envuelven a sus participantes.

Encerrado, desde su cama de hospital en donde convalece de una tremenda cuchillada, el joven Néstor Roca con una gran imaginación, convoca a sus héroes de la infancia para derrocar al tirano de Díaz Ordaz. A su llamado acuden Sandokan con Yáñez y los tigres malayos, Sherlock Holmes junto a su fiel compañero Watson, los tres mosqueteros, el Conde de Montecristo, Old Shatterhand y Winnetou, los lanceros de Balaclava, los Mau Mau, Wyatt Earp, Doc Holliday, el sabueso de los Baskerville, Dick Turpin, Buck y muchos más que también fueron mis héroes de la infancia. Por supuesto, el poder echa mano de sus propios aliados para conservar su dominio…

La novela de alguna manera se convirtió en un manual alternativo para sobrellevar la derrota y conservar los sueños, por lo menos la imaginación. Así estaba yo hace unos días, tratando de mirar por donde podemos salir de esta crisis en la que nos ha metido un impresionante monstruo de unos cuantos nanómetros.

Desafortunadamente no están ya ni Emilio Salgari, ni Jack London o Sherlock Holmes, entre otros creadores, para entregar nuestras misivas a aquellos héroes y heroínas de mi infancia.

Claro, pensé, al norte de nuestro país está una potencia capaz de subir a seres humanos y bombas en asteroides para destruirlos antes de que caigan a la tierra; que pueden luchar contra Godzilla y prácticamente cualquier monstruo que se aparezca; incluso nos ha defendido ya de invasiones alienigenas y cualquier cantidad de desgracias… El imaginario de casi todo el mundo se ha poblado de nuevos no héroes, sino superhéroes. Pero vistas las cosas, estos al parecer andan muy acojonados ante un villano que no solo es invisible, sino que ni siquiera puede verse con un microscopio convencional. Hace falta un microscopio electrónico para mirar su fantasma.

Pero esta potencia, junto a sus superhéroes resultó tener pies de barro. De manera que debemos invocar otras formas de defendernos. Claro, están los miles y miles que se encuentran en lo que denominamos “el frente de batalla”, médicas, médicos, enfermeras y enfermeros y todo el personal de salud, que aún a costa de su propia vida, están luchando… Pero hay otros más allá de esa línea, pero cuyo trabajo puede evitar los contagios y las muertes. Esos son lo héroes que ahora yo me permito convocar…

El Covid-19, como se bautizó apenas en febrero, producida por un virus apenas conocido un mes antes, ha mostrado una vez más el poder del conocimiento científico. Podríamos pensar ¡vaya poder, con miles de muertos y millones de contagios! La respuesta es un rotundo sí: en apenas unas semanas se identificó el agente causal de esas neumonías atípicas, se obtuvo su secuencia genómica, se diseñaron los métodos de detección, se determinaron las vías principales de contagio y las medidas preventivas. Luego de esta hazaña inicial, la ciencia, en muy diversas disciplinas, se lanzó a entender todo lo posible de la enfermedad y del causante. Y se ha avanzado. Recordemos que para enfrentar el mal, hay que conocerlo.

La ciencia ha propuesto innumerables hipótesis y se ha afanado en probarlas. Por supuesto, varias son rechazadas, al poco tiempo por las evidencias y otras lo van a seguir siendo, lo cual es parte del proceso científico. Se ha indagado la más mínima posibilidad y cuando pase la pandemia, veremos montones de ideas desechadas, pero del error también se aprende y las hipótesis erróneas proporcionan la información necesaria para plantear las correctas.

Como nunca antes en la historia, estamos a poco tiempo (meses tal vez) de contar con varias vacunas, muchas de ellas con diseños totalmente innovadores. Se han probado medicamentos preexistentes y se han creado otros ex profeso que se están evaluando y en camino tendremos seguramente varias derrotas, hasta que llegue una victoria contundente. Como elemento de comparación, el SIDA se comenzó a describir en 1981, pero hasta tres años después se asoció con un virus, se le aisló en 1984 y hasta 1986 se le puso nombre y…aun no hay vacuna.

Nuestros héroes convocados (el conocimiento científico) requiere tiempo y espacio y se los podemos dar todos nosotros, tomando las medidas necesarias para contener la pandemia. Pero la ciencia también requiere incorporar a miles de nuevos combatientes, y no para la actual batalla, sino para las que en el futuro seguramente hemos de enfrentar: necesitamos médicos de varias especialidades, además de virólogos, inmunólogos, matemáticos, epidemiólogos, microbiólogos, ecólogos, es decir, más y más científicos y los podemos encontrar en los millones de niñas y niños, o adolescentes que quieran acercarse a la ciencia, abrámosles el camino desde ahora.

 

Originario de un pueblo del Bajío michoacano, toda mi formación profesional, desde la primaria hasta el doctorado la he realizado gracias a la educación pública. No hice kínder, por que en mi pueblo no existía. Ahora soy Profesor-Investigador de la Universidad Michoacana desde hace mucho, en el área de biotecnología y biología molecular…
Además de esa labor, por la que me pagan, me interesa mucho la divulgación de la ciencia o como algunos le dicen, la comunicación pública de la ciencia. Soy el jefe del Departamento de Comunicación de la Ciencia en la misma universidad y editor de la revista Saber Más y dedico buena parte de mi tiempo a ese esfuerzo.