“La cuestión más relevante de todo esto, es la relación entre la economía global y el hambre: el Banco Mundial ha estimado que cada punto porcentual de incremento en el precio de los alimentos significa que 10 millones de personas caen en situación de extrema pobreza. Al grado que se ha llegado a hablar de una “guerra del trigo” librada por Moscú que amenaza con desatar una crisis de hambre global”.

 

Leonor Solís

Qué lejos nos pueden llegar a parecer países como la India y Pakistán, quienes hace semanas padecían una tremenda ola de calor, que cobró al menos 90 vidas. Qué lejos se siente también la guerra entre Ucrania y Rusia. Pero nada más lejos de la realidad, pues al final tras la pandemia nos hemos dado cuenta que estamos más conectados de lo que imaginamos. En este caso con los alimentos en particular: el trigo.

En los últimos meses, todos hemos padecido en nuestros bolsillos los efectos de la inflación, en particular, en los alimentos. Si bien, recordarán la subida del precio del limón. En Europa tras el inicio de la guerra de Ucrania, tal cual ocurrió con el papel de baño al inicio de la pandemia, las estanterías de los supermercados se vaciaron, pero esta vez de aceite de girasol. La razón fue que Ucrania tiene nada más y nada menos que el 56 por ciento de las exportaciones mundiales de este producto y junto con Rusia, ambos países reúnen el 72 por ciento. Por su parte es también en esta región donde se produce un tercio del trigo mundial.

De manera que la ofensiva rusa exacerbó la tensión del mercado mundial, que ya de por sí sufría la subida de precios de los alimentos. Desafortunadamente las consecuencias son quizá más graves de lo que alcanzamos a imaginar. Si los precios de los alimentos ya habían escalado previamente a la invasión de Ucrania, ésta ha jugado un papel crucial, que relaciona tanto a los alimentos y como al mercado energético global, golpeando a la población mundial que ya se encontraba frágil tras la crisis por la pandemia.

Al grado que António Guterres, el secretario general de la ONU, apuntó que “Los precios de los alimentos no han sido nunca más altos”. La cuestión más relevante de todo esto, es la relación entre la economía global y el hambre: el Banco Mundial ha estimado que cada punto porcentual de incremento en el precio de los alimentos significa que 10 millones de personas caen en situación de extrema pobreza. Al grado que se ha llegado a hablar de una “guerra del trigo” librada por Moscú que amenaza con desatar una crisis de hambre global.

Para colmo, esto se ha relacionado con la ola de calor recientemente vivida en los países de India y Pakistan, que acorde a un estudio realizado por la World Weather Attribution Network (WWAN), se debe al proceso de cambio climático que vive el planeta y que hace más frecuentes e intensos los fenómenos meteorológicos extremos. 

Marzo fue el mes más caluroso que ha vivido la India, desde que comenzaron los registros de temperatura hace 122 años, la cual junto con Pakistán vivieron registros de temperaturas récord, como mencioné en una entrega hace semanas. Además de caluroso fue extremadamente seco, 62 por ciento de menos lluvia de lo normal en Pakistán y 71 por ciento en la India.

Entre los aspectos más problemáticos de la ola de calor que se produjo entre marzo y abril, es que el trigo junto con otros cereales que se cultivan durante el invierno, están en pleno crecimiento y ha provocado una caída del 20 por ciento en el rendimiento de trigo en la India. Todas estas condiciones meteorológicas, influyeron en la reducción de la productividad del trigo, que amenaza con disparar aún más los precios de los alimentos y “tendrá impactos fuertes en los países importadores” mencionó Aditi Kapoor, una de las expertas que ha participado en el estudio recientemente publicado. Esto representa un golpe muy fuerte para los países que tienen menos recursos económicos para competir por los cereales en los mercados internacionales.

La espiral es nefasta. Muchos países están respondiendo a la crisis con proteccionismo, adoptando una serie de medidas de control de exportaciones. Entre los más recientes destacan Indonesia, gigante en la exportación de aceite de palma, producto importante en la cesta alimentaria básica de muchos países, y la de la India con el trigo ocurrido hace unas semanas.

Ante el bloqueo de las exportaciones desde Ucrania por la guerra, la India -que es el segundo productor mundial de trigo, aunque la mayoría de sus cosechas son para consumo interno- se había propuesto aumentar sus ventas al exterior. Pero los planes de la India se han ido al traste tras la ola de calor y sus efectos en la producción del cereal. De manera que el pasado 13 de mayo el Gobierno, preocupado por el abastecimiento nacional, prohibió todas las exportaciones de trigo. “Esto ya está ejerciendo más presión sobre los precios mundiales de los alimentos y la seguridad alimentaria”, recuerda el informe internacional presentado este lunes pasado. India había calculado antes de la ola de calor que estaría en disposición de exportar hasta diez millones de toneladas de trigo, “lo que habría ayudado a compensar el déficit causado por la invasión rusa de Ucrania”, concreta el estudio.

El objetivo clave del gobierno indio con las restricciones sobre las exportaciones, es controlar a nivel interno el incremento en el precio del trigo, que mundialmente ha aumentado más de un 40 por ciento desde principios de año. Además de frenar la inflación del país, que el pasado mes de abril aumentó hasta el 7,79 por ciento, su nivel más alto desde mayo de 2014. También busca evitar que el trigo «se desvíe de manera no regulada y corra el riesgo de ser acaparado y no ser utilizado para las necesidades alimentarias de países y poblaciones vulnerables» mencionó el secretario de Comercio de la India, B.V.R. Subrahmanyam, quien también ha asegurado a través de un comunicado que se seguirá vendiendo parte de la cosecha a los países que estén en riesgo de sufrir escasez alimentaria, como sus vecinos de Bangladesh, Nepal y Sri Lanka. Y, ha añadido el secretario, «el Gobierno de la India se compromete con los requisitos de seguridad alimentaria de la India, países vecinos y otros países en desarrollo vulnerable que se ven afectados negativamente por los cambios repentinos en el mercado mundial de trigo y no pueden acceder a suministros suficientes de trigo».  Esta medida no ha sido bien recibida por los países del G-7 dado que afecta la provisión del cereal para la Unión Europea.

La ola de calor en India es la más fuerte en 122 años, sumada a la sequía extrema en conjunto, influyó en la reducción de la productividad del trigo, que ahora amenaza con disparar todavía más los precios de los alimentos, un enorme golpe para las naciones que tienen menos recursos económicos para competir por los cereales en los mercados internacionales, lo que puede empeorar la crisis de materias primas a nivel global.

Desafortunadamente existen evidencias de que en conjunto, la inseguridad alimentaria, la degradación de la tierra y el cambio climático, conducen a la probreza y a desplazamientos forzosos de la población. Estas consecuencias en cascada han sido anunciadas por los informes del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) desde hace años y ya están ocurriendo en el presente. Por ello es cada vez más evidente la urgencia de la acción climática global.


Fotografía: Creative Commons


Mi pasión personal y profesional es la comunicación ambiental, en específico la comunicación audiovisual ambiental. Trabajo realizando esa labor en el Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad de la UNAM. Soy miembro de la mesa directiva de la Asociación Internacional de Comunicación Ambiental y miembro fundador de la Red Mexicana de Periodistas de Ciencia. Me gustan muchas cosas muy disímiles, pero más me gusta la idea de compartir, compartir curiosidad, aficiones, gustos. Compartir y construir juntos. Por eso me dedico a compartir lo que me encanta y me parece importante. Encontrar otros que comparten lo mismo, hacen y no se dan por vencidos, es el regalo.  Espero nos encontremos en este camino.