Un accidente en los Estados Unidos genera preocupación entre poblaciones de zonas afectadas. Los químicos que transportaba el tren descarrilado abrió la puerta a la desinformación ante la falta de respuestas claras de autoridades ambientales. La muerte de 45 mil animales, es razón para preocuparse, dicen pobladores
Leonor Solís
Hace un par de años, se voltearon dos pipas de gasolina en la zona donde vivo al sur de Morelia. Entonces, tuvieron que evacuar a varios fraccionamientos por peligro de explosión y que la gasolina se derramara por el alcantarillado, mis vecinos al igual que yo, tuvimos que salir de nuestras casas de un momento a otro, afortunadamente el accidente se controló, no explotaron las pipas y tampoco se derramó gasolina en el alcantarillado.
Hace dos meses, ocurrió otro evento que afectó a la ciudad de Morelia y sus alrededores, cuando los ciudadanos pudimos ver una enorme columna de humo negro, producto del incendio de un lugar donde se colectan y reciclan neumáticos en Tarímbaro, municipio colindante con la capital estatal.
Los ciudadanos, más allá de estos ejemplos, estamos expuestos a accidentes producto del transporte o acumulación de materiales peligrosos que pueden afectar a nuestra salud. Hace tres semanas ocurrió un accidente de tren en Ohio, Estados Unidos, que continúa apareciendo en los medios informativos, dada su gravedad y la peligrosidad de los compuestos que transportaba.
Resultado del accidente ferroviario, han muerto cerca de 45 mil animales, en su mayoría peces. La Junta Nacional de Seguridad en el Transporte hizo público este jueves 23 de febrero, su informe preliminar sobre el accidente ferroviario ocurrido el pasado 3 de febrero en East Palestine, Ohio, donde los residentes se han quejado de sentirse enfermos después de que sustancias químicas peligrosas se filtraran en el aire, agua y suelo de la localidad.
En el accidente se descarrilaron 38 vagones, 11 de los cuales transportaban materiales peligrosos. Algunas de las sustancias químicas a bordo del tren que han causado preocupación son, el cloruro de vinilo, el acrilato de butilo, el benceno, el acrilato hexílico de etilo y el éter monobutílico de etilenoglicol.
El cloruro de vinilo y el acrilato de butilo fueron las dos sustancias químicas principales liberadas en el accidente. El cloruro de vinilo es un gas incoloro e inodoro que se utiliza para fabricar PVC, una forma de plástico utilizada en muchos objetos cotidianos como tuberías, botellas, cables eléctricos y embalajes. Pero también es un carcinógeno conocido y puede causar efectos negativos según el tiempo y la cantidad de exposición. Puede causar dolores de cabeza y náuseas o provocar enfermedades graves como cáncer de hígado.
Tras el accidente, el pasado 6 de febrero, los funcionarios llevaron a cabo una quema controlada de cloruro de vinilo después de que las temperaturas en uno de los vagones de mercancías subieran peligrosamente. El gobernador de la localidad dijo que la liberación era necesaria para evitar una explosión mortífera a través de la ciudad.
La emisión por la quema de cloruro de vinilo provocó una ominosa columna de humo negro que se elevó por encima de East Palestine, que tuvo que ser evacuada.
La mayor preocupación fue desde el principio el cloruro de vinilo, un producto cancerígeno, transportado en cinco vagones. Cuando arde, se descompone en cloruro de hidrógeno y fosgeno. El fosgeno es muy tóxico, provoca vómitos y problemas respiratorios y se utilizó mucho durante la I Guerra Mundial como agente asfixiante, mientras que el cloruro de hidrógeno es irritante y corrosivo para cualquier tejido con el que entre en contacto. Mientras que el cloruro de hidrógeno (HCl) es un gas incoloro a ligeramente amarillo de olor intenso que puede causar irritación en la piel, los ojos, la nariz y la garganta. Cuando se disuelve en agua, el HCl se conoce como ácido clorhídrico.
Tras el accidente, las autoridades de ambos estados ordenaron la evacuación el sábado. Los servicios de emergencia fueron llamando puerta por puerta a los vecinos. El domingo se decretó una evacuación forzosa de aquellos que se habían resistido a dejar sus casas, alertando del riesgo de una explosión de los vagones con cloruro de vinilo. Se delimitó una zona roja, con peligro de muerte, y otra amarilla, con riesgo de heridas y de daños pulmonares.
Según la Agencia de Protección Medioambiental (EPA) de los EU, se vertieron al aire, al suelo y a las aguas superficiales sustancias químicas como cloruro de vinilo, acrilato de butilo, acrilato de etilhexilo y éteres monobutílicos de etilenglicol. El organismo, sin embargo, no detectó toxicidad en el aire: “El control del aire realizado por la EPA no detectó contaminantes químicos preocupantes en las horas posteriores a la quema controlada. Los residentes de la zona y de decenas de kilómetros de distancia pueden percibir olores procedentes del lugar. Esto se debe a que los subproductos de la quema controlada tienen un umbral de olor bajo. Esto significa que la gente puede oler estos contaminantes a niveles mucho más bajos de lo que se considera peligroso”. Ese mismo día, sin embargo, la contaminación de partículas se situó por encima de los niveles de detección, pero la EPA lo desvinculó del accidente.
Posterior a la quema del cloruro de vinilo, las autoridades dijeron que era seguro que los residentes regresaran un par de días después, aunque los expertos en medio ambiente se mostraron más escépticos.
Los residentes de la localidad se hicieron eco de los sentimientos, especialmente de la preocupación por la seguridad del suministro de agua y del suelo, dado que consumen el agua del río donde murieron estos miles de peces.
Activistas medioambientales han criticado la falta de transparencia de las autoridades y de la empresa. La célebre Erin Brockovich ha tuiteado la carta en la que la EPA exige responsabilidades a la empresa y ha escrito: “Por eso la gente no confía en el Gobierno. No se puede decir a la gente que ha habido y sigue habiendo contaminantes peligrosos que contaminan el medio ambiente, y al mismo tiempo decir que ´todo está bien´”.
Por si los vecinos de East Palestine tuvieran pocos motivos para preocuparse, la desinformación también ha circulado en las redes sociales. Desde quienes disparatadamente comparan lo ocurrido en Ohio con el accidente nuclear de Chernóbil (Ucrania) de 1986, hasta quienes han difundido imágenes de nubes tóxicas atribuyéndolas al descarrilamiento que en realidad se pueden rastrear en internet al menos desde el año pasado.
Un artículo publicado en The Conversation, reflexiona que “las autoridades federales y de Ohio necesitan comunicar mejor lo que están haciendo, por qué y qué planean hacer. No está claro qué preguntas están tratando de responder. Para un desastre de esta magnitud, se ha compartido muy poca información sobre las pruebas. En ausencia de esta transparencia, la desinformación está llenando ese vacío. Desde la perspectiva del propietario de una vivienda, es difícil comprender el verdadero riesgo si los datos no se comparten.”
Acorde a una nota publicada por CNN los vecinos no confían en que ya pueden usar y tomar agua proveniente del río, como se los ha mencionado las autoridades. «Sigo sin utilizar el agua», dijo Nene Stewart, residente de la zona, durante la reunión del ayuntamiento. «Uso agua embotellada. No puedo. No me fío de lo que dicen. No sé quién dice la verdad.”
Los esfuerzos de limpieza continúan en East Palestine en medio de una investigación federal y también en medio de la opacidad sobre lo ocurrido y sus alcances.
Un accidente en los Estados Unidos genera preocupación entre poblaciones de zonas afectadas. Los químicos que transportaba el tren descarrilado abrió la puerta a la desinformación ante la falta de respuestas claras de autoridades ambientales.
Fotografía tomada de Wikipedia.
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