“Controlar las enfermedades de virus muy estables, que cambian poco, es posible con las vacunas. Cuando el virus no puede afectar a capas grandes de la población, desaparece puesto que un virus no puede ´vivir´, reproducirse, cambiar, fuera de un huésped”.
Horacio Cano Camacho
A estas alturas del partido, suponemos que todos estamos familiarizados con estas palabrejas, pero esto no es necesariamente cierto. Asumimos que los términos de alguna manera están relacionados con la dimensión de dispersión una enfermedad, pero los hacemos equivalentes a su peligrosidad y esto es una equivocación. Hay endemias mucho más peligrosas que algunas pandemias…
Pandemia es una palabra que deriva del griego Pan (todo) y Demos (pueblo) y hace referencia a algo que afecta a una gran extensión de la población. En la actualidad se refiere a una enfermedad epidémica que se extiende por muchos países, pero también se aplica a una enfermedad que afecta a una gran cantidad de personas o animales y plantas de una población. El termino Epidemia, también derivado del griego, hace referencia a una enfermedad que afecta o se propaga rápidamente por un país o una región, afectando a una población muy amplia del mismo.
Endemia hace alusión a una enfermedad que está localizada en una región o incluso país, en donde es habitual y también lo hace de manera temporal o estacional, es decir, está contenida, espacial o temporalmente. Hace unos días (y de aquí la idea de este artículo), un funcionario de salud declaró, ante la pregunta referente a las expectativas que se tenían sobre la pandemia de Covid-19 en México, que se esperaba que el virus se volviera endémico y de inmediato muchas personas en las redes y muchos medios, trataron de generar la idea de una nueva catástrofe. “El Sars-CoV2 será permanente y persistente en México” “El virus llegó para quedarse y no habrá forma de controlarlo” “La vacunación no sirve, porque el virus será endémico”, etc.
En realidad, volverse endémico se refiere, en este caso, a estacional. Lo explico con el ejemplo de enfermedades causadas por virus y sí, este virus (Sars-CoV2), como todos, llegó para quedarse. La única enfermedad que hemos podido declarar desaparecida como enfermedad pandémica, epidémica y endémica es la viruela y hemos podido controlar, hasta casi extinguir la rabia, la polio y habíamos avanzado mucho con el sarampión hasta el resurgimiento de los antivacunas. Porque este control se logró a base de vacunar a una proporción muy grande de la población mundial, dejando un número muy pequeño de huéspedes potenciales, pero ahora estas enfermedades aparecen como brotes en pequeñas poblaciones de personas susceptibles (no vacunadas).
Controlar las enfermedades de virus muy estables, que cambian poco, es posible con las vacunas. Cuando el virus no puede afectar a capas grandes de la población, desaparece puesto que un virus no puede “vivir”, reproducirse, cambiar, fuera de un huésped. Y eso fue para nosotros una ventaja con las enfermedades antes citadas, que son muy estables.
El problema está con los virus de ARN. Como ya hemos explicado en Cienciario, los virus son entidades biológicas (paquetes de genes) que obedecen todos los parámetros de la evolución darwiniana. Cambian, se adecúan a nuevas condiciones y son más o menos exitosos para sobrevivir y perpetuarse. Todos los seres vivos estamos expuestos a este proceso, el asunto es que los virus pueden tener miles o millones de generaciones en espacios de tiempo muy cortos, de manera que los cambios en su información genética son confrontados con el ambiente de manera constante y en cuestión de horas o días.
Los organismos basados en ADN somos más estables, por varias razones, además de las características estructurales de la molécula como una doble cadena, también se encuentra asociada a proteínas que la empacan y protegen, el ADN también se auto repara y corrige errores de copiado. El ARN, por el contrario, al ser de cadena sencilla, es más lábil para sufrir cambios y daños; está casi desnudo de proteínas y las enzimas que lo copian, tienden a no hacer corrección de errores, de manera que, con el tiempo estos daños se van acumulando. Los daños son al azar y la mayoría destruye a los virus.
Algunas de estas variaciones (que ocurren por mero azar, no lo olvide), favorecen aspectos del ciclo de vida del virus, como dotarlo de mayor eficacia infectiva, más facilidad para reconocer al huésped potencial y unirse a él, incluso una taza de reproducción más alta, es decir, hacen más copias en menos tiempo o tal vez escapar a los anticuerpos fabricados por el organismo contra las variantes anteriores (es el caso de la influenza). Y esto le da ventajas a poblaciones virales que comienzan a ser más exitosas que otras y son las llamadas variantes, de las que a cada rato nos da cuenta la prensa.
Pero el éxito no solo consiste en la velocidad o facilidad de infección. En ocasiones, los virus más exitosos son los que matan menos, los que se manifiestan más lentamente, incluso los que provocan enfermedades más leves. En ciertos momentos, los huéspedes potenciales son más susceptibles en una época del año. Nosotros también estamos sometidos a selección, de manera que entre nosotros hay diversidad de condiciones de sobrevivencia y susceptibilidad. Y se ha observado, para virus que provocan enfermedades respiratorias, por ejemplo, que la etapa más propicia para infectar es la llegada del invierno, o como en el caso de la rabia, coincide con los calendarios reproductivos de sus huéspedes, que tienden a entrar en celo en la época de calor y por lo tanto se juntan más con otros animales y así, el virus puede saltar más fácil de un huésped a otro.
De manera que “hacerse endémico” lo que implica es que el virus está cambiando y adaptándose y se vuelve estacional. Por cierto, entre más población susceptible exista, las posibilidades de cambio del virus crecen, de manera que no es extraño que las nuevas variantes aparezcan precisamente allí donde el número de contagios crece. Pero esas variantes no son en automático más peligrosas, eso será determinado por el ambiente (y nosotros somos parte del ambiente de los virus). De manera que la mejor estrategia que tenemos es reducir el número de contagios, sea por distanciamiento social o por un porcentaje grande de la población que se proteja con vacunas, es decir, debemos ponérsela difícil a los virus.
Así que a vacunarse cuando nos toque y con la vacuna que este disponible. Estamos en una carrera contra un agente biológico muy peligroso, pero sabemos como derrotarlo. La vacuna, hasta ahora, no evita la infección, aunque la reduce, pero si es muy efectiva para evitar enfermedad grave o la muerte.
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