“Si el Neandertal era más resistente a las enfermedades, por qué se extinguió. Al parecer el neandertal era muy solitario y poco social, mientras que su pariente, sapiens, formaba lazos cooperativos y sociales más fuertes y ello al parecer condujo a la extinción del primero.”

 

Horacio Cano Camacho

Hace unos días escuché a unos niños jugar por la calle, frente a casa. Uno de ellos se “burlaba” de otro y le decía -ante alguna dificultad no resuelta- que parecía un “nendertal”. Desconozco si ese niño comprenda a cabalidad lo que decía o tal vez solo repetía lo que escuchó en otro lado. El asunto es que descubrirnos un tanto neandertales tal vez no sea para nada motivo de vergüenza. Es más, por estos días me gustaría tener algo de ellos…

Los humanos de hoy, que nos autonombramos Homo sapiens, hace no mucho tiempo no estábamos tan solos en el mundo y teníamos parientes muy, muy cercanos. El género Homo -y lo uso como debe ser, una categoría taxonómica- abarca un conjunto de especies cercanas y muy tempranas en nuestra evolución, la mayoría transicionales. Si bien, esto no se libra de controversias, se reconocen al menos ocho especies. La controversia tiene mucho que ver con un registro fósil incompleto, pero para nuestro propósito es suficiente saber que había más especies de humanos, algunas de las cuales llegaron a coexistir en el espacio y el tiempo.

Es el caso de los Homo neanderthalensis que evolucionaron en Europa y Asia occidental hace aproximadamente medio millon de años. Esta especie vivió separada de sus ancestros humanos modernos que se quedaron en África. En Asia había otra especie muy cercana, Homo denisovans y ambas se extinguieron hace cerca de 40,000 años. Lo que sabemos ahora es que sí hubo un flujo genético entre estas especies y Homo sapiens. Por definición dos especies distintas no pueden generar decendencia fértil, y a ello contribuyen una serie de barreras fisiológicas, de conducta, anatómicas y claro, de espacio, pero entre especies del mismo género y muy cercanas esto puede ocurrir eventualmente. Pensemos en los osos grizzlys (Ursus arctos) y los osos polares (Ursus maritimus) y en el pasado entre bonobos (Pan paniscus) y chimpancés (Pan troglodytes) y entre muchas especies de murciélagos, casos en los que está muy bien documentado el fenómeno de entrecruzamiento.

El asunto no es de carácter moral, sino en comprender si tal cohabitación tuvo impacto o alguna contribución a la adaptación de nuestra especie a las condiciones del entorno, tales como las enfermedades infecciosas que como todo biólogo y bióloga saben, son de los principales factores selectivos que contribuyen a la extinción o sobrevivencia de una especie. Desde hace algún tiempo sabemos que las variantes genéticas aportadas por muchas especies homínidas arcaicas afectan a la inmunidad, sobre todo a la inmunidad innata que ahora sabemos, también proceden de los neandertales y los denisova. Por ejemplo, se sabe muy bien que la susceptibilidad de la bacteria gástrica Helicobacter pylori (la de la gastritis) y a muchas alergias, decrece si portamos una variante de un receptor celular que viene de estos amores clandestinos.

Para estos días, lo más importante es que hay evidencia de que nuestras proteínas que interactúan con virus de ARN y nos protegen de estas infecciones, vienen de los neandertales, lo cual sería motivo suficiente de orgullo del niño “buleado” de mi calle. Yo habría respondido: ¡Sí, soy medio Neandertal y porto una región en mi cromosoma 12 que está asociada con una reducción de más de 22 por ciento del riesgo de un Covid severo! A continuación, les enseñaría la lengua…

El asunto es que esta región, digamosle anticovid, está presente en la población de Eurasia y América con frecuencias que exceden el 50 por ciento de la población, tanto originaria de estas tierras como mestiza o claramente europea. En las regiones en donde hubo más hibridación entre población africana y americana como Luisiana en EUA y Perú en el sur, este porcentaje disminuye y está ausente por completo en África ya que la hibridación H. sapiens-H. neanderthalensis ocurrió fuera de este continente y el humano híbrido moderno cruzó de Asia hasta América.

¿Por qué se sigue conservando? Está región genómica seguramente proporcionó a sus portadores ciertas ventajas debido a las frecuentes pandemias de virus de ARN (como el actual coronavirus) en estas zonas. Se ha encontrado que esta región genética proteje contra Virus del Nilo occidental, hepatitis C y Sars-CoV, los tres de ARN monocatenario.

Conocemos ya, que estas regiones protectoras codifican para oligoadenilato sintasas, unas enzimas inducidas por Interferon (parte del sistema inmune) cuyos productos a su vez, inducen a la ribonucleasa L que degrada ARN y activa mecanismos antivirales en células infectadas por virus. Estos hallazgos abren perspectivas para el diseño de medicamentos contra la covid-19, aunque siguen siendo aún muy básicos.

Si el Neandertal era más resistente a las enfermedades, por qué se extinguió. Al parecer el neandertal era muy solitario y poco social, mientras que su pariente, sapiens, formaba lazos cooperativos y sociales más fuertes y ello al parecer condujo a la extinción del primero. En la pandemia actual lo podemos ver, nuestra sobrevivencia depende de la acción colectiva, incluyendo la vacunación que es claramente un fenómeno grupal y los eventos de mitigación dependen de la acción solidaria.

Pero alégrese, estas secuencias de las que hemos hablado se encuentran presentes fuertemente en México, sobre todo entre la población indígena y mestiza, lo que demuestra nuestro origen euroasiático y nos da una lección sobre la importancia de la hibridación. Recuerde: ¡en lo puro no hay futuro!

 


Originario de un pueblo del Bajío michoacano, toda mi formación profesional, desde la primaria hasta el doctorado la he realizado gracias a la educación pública. No hice kínder, por que en mi pueblo no existía. Ahora soy Profesor-Investigador de la Universidad Michoacana desde hace mucho, en el área de biotecnología y biología molecular… Además de esa labor, por la que me pagan, me interesa mucho la divulgación de la ciencia o como algunos le dicen, la comunicación pública de la ciencia. Soy el jefe del Departamento de Comunicación de la Ciencia en la misma universidad y editor de la revista Saber Más y dedico buena parte de mi tiempo a ese esfuerzo.