“Al menos en Chiapas, el rechazo a usar esta prenda se inserta en un contexto cultural específico, en el que al menos durante 500 años persiste una diferencia de castas entre el caxlán, el mestizo civilizado que usa esta prenda siguiendo medidas de protección utilizadas a nivel mundial para disminuir los contagios, y la mayoría de las personas que provienen de comunidades indígenas, quienes argumentan que el coronavirus no existe…”
Margarita Blanco
¿Y tu cubrebocas?, es la pregunta incómoda que debo hacer constantemente a los clientes del negocio que atiendo, todos los días, a todas horas, donde enfrento los mil y un pretextos para no usarlo.
La compraventa se ha convertido en una polémica constante entre dos bandos: el de los clientes que usan cubrebocas y quienes despachan un negocio y lo solicitan para su ingreso y el de quienes insisten en no utilizarlo.
Al menos en Chiapas, el rechazo a usar esta prenda se inserta en un contexto cultural específico, en el que al menos durante 500 años persiste una diferencia de castas entre el caxlán, el mestizo civilizado que usa esta prenda siguiendo medidas de protección utilizadas a nivel mundial para disminuir los contagios, y la mayoría de las personas que provienen de comunidades indígenas, quienes argumentan que el coronavirus no existe, que es un “invento” del Gobierno para afectar su autonomía.
Solicitar esta prenda entonces se convierte en una especie de agresión, el inicio de una discusión permanente.
A pesar de que a la entrada del negocio, un letrero solicita esta prenda como requisito indispensable de entrada, éste es ignorado. Y esto da paso a los mil y un pretextos para no usar el cubrebocas, entre ellos:
Pretexto olvidadizo: “No lo traje, lo dejé en la casa”.
Pretexto político: “El coronavirus no existe, es un invento del Gobierno que nos quiere amolar. Yo misma vi cómo el helicóptero estaba rociando el virus en el pueblo”.
Pretexto escondite: Saca el cubrebocas que trae escondido en el pecho, pero que no usa normalmente sino hasta que se lo solicitan.
Pretexto evasivo: No responde si trae o no el cubrebocas, no polemiza, cambia de tema.
Pretexto polemizador: Se pone el cubrebocas que trae guardado en el pecho, pero argumenta que el coronavirus no existe, que no debemos de tener miedo.
Pretexto religioso: “No necesitamos un trapo si Dios nos cuida. Quienes se han enfermado y muerto es porque no han tenido la fe suficiente”.
Pretexto psicológico: “El coronavirus sólo existe en la mente de las personas, si usted es fuerte no le dará”.
Pretexto humillador: “Si quieren vender tendrán que aceptarnos sin cubrebocas”.
Pretexto huidizo: Simplemente se va.
La Organización Mundial de Salud, en su último reporte dio cuenta que esta enfermedad alcanzó más de 110 millones de casos a nivel mundial.
Así que ante los múltiples pretextos para no usar el cubrebocas, solamente hay un contraargumento para hacerlo: la preservación de la vida propia y de la humanidad.
Fotografía: Konstantino Kollias | Unsplash.
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