La naturaleza impone sus leyes y en el amor no es la excepción, donde las formas de reproducción establecen reglas tajantes como el que los machos no sean necesarios o, bien, se basten algunas especies a sí mismas para cubrir este ciclo, como lo señala este interesante texto publicado en Cienciario en octubre del año 2013.
David Tafolla Venegas
Es cierto que todos los amores en nuestra vida son diferentes, a pesar de que la única finalidad biológica de amarnos entre congéneres es la reproducción para asegurar la existencia de nuestra especie.
De hecho, esta única finalidad no es sólo para el humano, es aplicable para todos los organismos de todas las especies que viven sobre la Tierra. Tan apremiante es para la naturaleza la necesidad de amar para dejar descendencia, que otros animales han desarrollado estrategias reproductivas impresionantes que, comparándonos los humanos con esos otros animales, pareceríamos aburridos y sin chiste en ese aspecto. Aquí les platicaré sobre algunas de esas estrategias de reproducción alternas.
“No necesito amor”, es lo que seguramente piensan (por decirlo de alguna manera) algunos animales, al tener la encomienda natural de que lo importante es mantener la especie. Entonces, en lo que encuentran al amor de sus vidas para reproducirse, se clonan a sí mismos. Así es, tiene la capacidad de clonarse (hay que tener en cuenta que la naturaleza inventó la clonación millones de años antes que el humano).
Varias especies de animales invertebrados, deliberadamente desprenden partes de sus cuerpos, esas pequeñas partes crecerán y formarán a un individuo nuevo, completo e igual que el progenitor, esto es muy común en los gusanos planos y en varias especies de lombrices terrestres y marinas.
Otros animales como las esponjas y otros gusanos, producen unas estructuras especializadas llamadas “gémulas”, similares a pequeñas cápsulas que emergen de la superficie del cuerpo del animal, brotan y se desprenden por completo; en seguida y si las condiciones del ambiente lo permiten, esas gémulas se desarrollan en un nuevo individuo pero igual al progenitor, a esto se le conoce como reproducción asexual, es decir, donde no intervienen las células sexuales para la generación de nuevos individuos.
“Cuando se trata de amor, yo me basto y me sobro”, bajo esta premisa, otros animales han desarrollado una alternativa de reproducción sexual (donde sí intervienen las células sexuales) que se llama “hermafroditismo”. Los animales que se reproducen bajo esta modalidad se llaman hermafroditas y se refiere a cuando un organismo tiene ambos sexos, el masculino y el femenino, entonces no ocupa más que de sí mismo para reproducirse.
¿Qué haría usted, amable lector, si tuviera ambos sexos? Pues eso que está pensando junto con todas sus variables, es lo que hacen estos animales; claro, unas especies adoptan una variable y otras adoptan otras diferentes. Ha sido tan exitosa esta condición reproductiva, que la evolución la ha favorecido, estableciéndola como única estrategia reproductiva en muchos animales como esponjas, corales, gusanos planos, lombrices, caracoles, por mencionar algunos ejemplos.

“¿Quién necesita a los hombres?”, es una pregunta que no sólo las hembras humanas se han planteado, también muchas hembras de otras especies animales se han cuestionado sobre el tema, y la resolución que han tomado ha sido terrible (desde el punto de vista masculino), pues han resuelto que efectivamente los hombres, en este caso los machos, no son necesarios, dando origen a otra condición reproductiva llamada “partenogénesis”.
La desaparición de los machos ha sido una estrategia adoptada en varias especies animales, en cuyos casos sólo existen hembras y son llamadas hembras partenogenéticas.
¿Para qué sirve un macho, aparte de la reproducción? Es otra pregunta que permea al reino animal y que tiene que ver con la partenogénesis. Si las hembras, en la inmensa mayoría de los casos, son las que portan los embriones en desarrollo, las que cuidan la progenie, entre otras cosas importantes para la sobrevivencia, entonces el mantener la existencia de los machos es un desperdicio de energía, si se le dota a las hembras de la capacidad de reproducirse sin la intervención de la célula sexual masculina.
Hay modalidades de hembras partenogenéticas, por ejemplo tenemos donde los machos aún existen, pero sólo son empleados para cargar de nuevo material genético a la población de hembras, y son creados sólo cuando se necesitan, cito el caso de abejas, hormigas, avispas y algunos peces.
En los casos extremos, definitivamente los machos ya no existen, como en algunas especies de gusanos acuáticos, o incluso algunas lagartijas han adoptado esta modalidad.
Fotografía principal: Makzym Sirman | Unsplash.
|