“Las dificultades de conseguir órganos, la compatibilidad de estos y el resultado muy incierto cuando se consiguen, ha impulsado la investigación para la búsqueda de alternativas que mejoren las expectativas de los pacientes que requieren esta práctica, ya que hacernos de un órgano de repuesto no es fácil…”

 

Horacio Cano Camacho

Cualquier enfermedad es mala, pero hay algunas que destacan, tanto por el pronóstico muy negativo como por las alternativas terapéuticas que implican el trasplante de algún órgano.  No puedo imaginar lo que viven los pacientes ante esta perspectiva, una marea de emociones, entre la esperanza y la angustia. Para muchas personas, el trasplante es la única alternativa para salvar la vida ante enfermedades del corazón, del hígado, riñones, diabetes o la perdida de la visión por destrucción de la cornea.

En México, la cultura de la donación altruista ha mejorado sensiblemente y se posiciona como líder en América Latina en el acceso a esta práctica, tanto como en la normatividad y la actitud pública ante el hecho. Sin embargo, aún somos deficitarios, más de 23 mil personas se encuentran en espera de trasplantes de órganos o tejidos y en EUA, más de 700 mil. La situación no es muy diferente en el resto del mundo. Se estima que más de 150 mil personas actualmente se encuentran, en México, en procedimientos de diálisis para sustituir o apoyar a los riñones dañados…

Las dificultades de conseguir órganos, la compatibilidad de estos y el resultado muy incierto cuando se consiguen, ha impulsado la investigación para la búsqueda de alternativas que mejoren las expectativas de los pacientes que requieren esta práctica, ya que hacernos de un órgano de repuesto no es fácil…

El problema principal (además de conseguir un donador) está en el sistema inmune que, de manera rápida, eficiente y efectiva, reconoce la presencia de un cuerpo extraño y se apresta a destruirlo para protegernos. Con las bacterias, virus y demás bichos, nos mantiene con vida. Los microbios que entran en nuestro cuerpo tienen proteínas que son reconocidas por nuestro sistema, llamadas antígenos. Y esto es un problema para quien requiere un trasplante.

El asunto es que los órganos también están recubiertos de antígenos que le dan “identidad” individual a nuestras células, y tejidos. Este sistema sirve para diferenciar lo propio de lo ajeno y es la razón de que rechacemos un trasplante, de sangre, de tejidos y aún más de órganos. Es nuestro cuerpo tratando de defenderse de lo extraño.

En días pasados circuló la noticia del primer trasplante exitoso (hasta ahora) de un corazón de cerdo a un humano. Este tipo, entre especies distintas se denomina xenotrasplante y se ha venido estudiando como una alternativa al déficit de órganos desde hace décadas. El cerdo es muy parecido estructural y funcionalmente a nosotros, por lo que ha sido estudiado extensivamente con este propósito, sin embargo su sistema de compatibilidad de tejidos es -obviamente- diferente. Desde un inicio se pensó en “noquar” los genes que determinan a estos antígenos, el problema era cómo.

Las alternativas llegaron con el desarrollo de sistemas de edición genética que permitían interrumpir la expresión de genes específicos, pero era una tarea titánica. Adicionalmente se descubrió que el genoma de los cerdos, como el de todos los seres vivos, tiene unas secuencias “saltarinas” llamadas retrotransposones, parecidas a los retrovirus, que se activaban con la manipulación del órgano y “saltan” en el genoma del trasplante creando mutaciones masivas, incluso de quien recibía el nuevo tejido (todo esto se estudió de manera experimental con animales de laboratorio).

La llegada de una técnica llamada CISPR permitió eliminar grupos de genes, incluyendo los de histocompatibilidad y los transposones, abriendo la posibilidad de ensayar un xenotrasplante en humanos, pero nadie lo había intentado, hasta ahora.

El primer reporte llegó hace un mes como les comento, un corazón de cerdo genéticamente editado fue trasplantado a un paciente con un resultado esperanzador. Sin embargo, sigue siendo un reporte en medios noticiosos y con un claro sesgo hacia la empresa privada que lo realizó, con todas las implicaciones que esto tiene.

La semana pasada se publicó ya un artículo en una revista científica de gran prestigio en el campo del trasplante clínico, detallando los procedimientos y resultados, de un riñón en un modelo de receptor humano (American Journal Transplantation. Enero 2022. DOI: 10.1111/ajt.16930), en un paciente con muerte cerebral y con el consentimiento familiar.

El proceso inició con la generación de cerdos genéticamente modificados y criados en condiciones de esterilidad y libres de patógenos. Una vez que se probó que estaban libres de virus y transposones activos, ya en el hospital, los cirujanos removieron los riñones del paciente y colocaron los nuevos provenientes de uno de los cerdos criados y seleccionados. Durante tres días los nuevos riñones produjeron orina, se verificó que no existiera migración de alguna de células transformadas al torrente sanguíneo del paciente y no hubiese una respuesta inmune temprana del receptor.

Este estudio fue diseñado y realizado para cumplir los estándares comparables a los que se aplicarían a un ensayo clínico, reproduciendo cada paso de un trasplante convencional entre seres humanos.

Sin duda hay muchas cosas por analizar en este estudio, además de las cuestiones técnicas. Existen dilemas éticos fuertes (el donador no es “voluntario” ni puede serlo), y se requieren muchos estudios sobre la respuesta de receptor a futuro, en el marco de una discusión argumentada que debe acompañar a todo proceso científico, más cuando tiene un impacto sobre la salud humana y sobre aspectos socioeconómicos. Sin embargo, es un gran avance desde el punto de vista del conocimiento y plantea buenas expectativas a un problema muy serio de la salud y la vida humana.

El siguiente paso tal vez sea a través de la llamada ingeniería de tejidos, la construcción de órganos a partir de células del propio paciente, lo que eliminaría la necesidad de un donador, voluntario o no, algo que ya se trabaja, pero aun se encuentra muy lejos de llegar a las fases en que están ya los xenotrasplantes.

Este es sin duda el siglo de la biotecnología y es indispensable que la investigación pública nacional se consolide en esta y en otras áreas si no queremos llegar tarde, algo que trataremos en próximas entregas.


Originario de un pueblo del Bajío michoacano, toda mi formación profesional, desde la primaria hasta el doctorado la he realizado gracias a la educación pública. No hice kínder, por que en mi pueblo no existía. Ahora soy Profesor-Investigador de la Universidad Michoacana desde hace mucho, en el área de biotecnología y biología molecular… Además de esa labor, por la que me pagan, me interesa mucho la divulgación de la ciencia o como algunos le dicen, la comunicación pública de la ciencia. Soy el jefe del Departamento de Comunicación de la Ciencia en la misma universidad y editor de la revista Saber Más y dedico buena parte de mi tiempo a ese esfuerzo.