“Debemos entender que si bien las plantas son una fuente importante de sustancias de uso médico y de precursores de medicamentos, para que estos lleguen a la farmacia han pasado innumerables pruebas, muy lejanas de la fe o la creencia popular o las simples especulaciones”.
Horacio Cano Camacho
Por estos días de pandemia, han proliferado en las redes sociales notas sobre medicamentos milagrosos o de productos que la ciencia no ha descubierto o que de plano oculta a los ojos del público, con quién sabe que fines. Pero no solamente se trata de “remedios” para enfrentar el Covid-19, sino para enfrentar toda suerte de padecimientos. Resulta que para curarte la diabetes basta con tomar jugo de limón en ayunas o molerte un “hueso” de aguacate en tu próximo licuado. ¿Cáncer? todo es cuestión de que te decidas por fin a tomarte un cocimiento de chirimoya.
Y no se crea que ésta “medicina alternativa” es la única que se mueve en este terreno nebuloso de los productos milagrosos, la industria farmacéutica también le está entrando al gran negocio. Basta una visita a estas nuevas farmacias que lo mismo te venden medicamentos que cervezas y botanas para toda ocasión, para ver los estantes llenos de productos con nombres sofisticados que te curan desde una colitis, hasta la vejez.
Días atrás alguien me pasó un artículo de opinión en un diario de circulación nacional que daba cuenta de un aparato que “lanza” electrones al ambiente y que sería utilizado para esterilizar cualquier espacio, ya que como el virus SARS-CoV-2 es “positivo”, los electrones (que son negativos) se le pegarán inactivándolo. El artículo en cuestión no da cuenta de referencia alguna, no se donde el autor lo leyó o que entidad de salud valida tal prodigio, por este motivo no pude averiguar más…
También me llegaron noticias de “medicamentos” de carga eléctrica negativa que pueden inactivar al virus, y curiosamente lo hacen luego de que la prensa dio la noticia de que un grupo de investigación encontró que en ciertas regiones (microdominios) de la cubierta externa del virus, existe efectivamente una fuerte carga positiva (todo a escala nanométrica), motivo por lo que proponen el diseño de moléculas capaces de unirse a estas, bloqueando o estorbando el reconocimiento de los receptores en las células que el virus puede infectar y claro, no tardaron en aparecer los milagros que ya lo logran y que son remedios vegetales que todos tomamos o conocemos.
Debemos entender que si bien las plantas son una fuente importante de sustancias de uso médico y de precursores de medicamentos, para que estos lleguen a la farmacia han pasado innumerables pruebas, muy lejanas de la fe o la creencia popular o las simples especulaciones. La investigación ligada a los productos naturales y su uso potencial como medicamentos involucra muchas disciplinas científicas.
Cuando se sospecha, por referencias previas o una prospección muy cuidadosa, que una planta puede tener alguna propiedad interesante, se recopila toda la información biológica de la misma, se investiga con todo detalle su uso (si lo hay), sus ciclos biológicos, etc. Se buscan evidencias de su actividad biológica y luego se procede a fragmentar las mezclas extraídas de tales plantas y se va probando una por una las sustancias puras en modelos de laboratorio bajo diferentes condiciones y se detallan las reacciones del modelo, su toxicidad, su efecto sobre varias constantes fisiológicas, entre otras cosas.
Claro, los protocolos para hacerlo están muy bien establecidos e involucran etapas en modelos celulares, modelos animales y luego en humanos y recientemente se incorporaron modelos computacionales que preceden (no sustituyen) a los otros. Con este tipo de ensayos, se estima que menos del 1% de todas las sustancias y plantas que se prueban muestran un efecto real.
Si la actividad resulta de interés, entonces se purifica y caracteriza la sustancia, se investiga su interacción con otros factores, la existencia de moléculas parecidas con otros efectos y así, pruebas y pruebas…
Una vez superadas esas pruebas, se ensaya en modelos animales y si pasan todo, entonces comienzan las pruebas en humanos. Para esto han pasado 10 años de investigación, miles de pruebas bajo todo tipo de condiciones que se puedan imaginar. Entonces, solo entonces, podemos pensar en que tenemos un candidato a remedio para algo…
Pero el asunto no termina allí, hay que estudiar como llega al cuerpo y como la acción de enzimas y otras sustancias que ya tenemos lo tratan, como se distribuye por nuestro organismo, como se excreta, como interactúa con otros medicamentos y si no bloquea o modifica la respuesta inmune.
Para darles una idea, cuando se declaró la pandemia de la influenza AH1N1 en el año 2009, “rápidamente” (en nuestra percepción) pudimos disponer del oseltamivir, un medicamento efectivo para inhibir las neuraminidasas del virus (la N del nombre). En realidad, este medicamento llevaba más de una década de estudio y ya se había usado para tratar otras variantes de la influenza cinco años antes.
Con ello quiero decir simplemente que debemos ser muy cuidadosos con lo que nos llevamos a la boca. La información anecdótica no sirve de nada, sólo la prueba rigurosa de la ciencia. De la planta a la botica es un esfuerzo grandísimo y cuidadoso y aun así no podemos evitar ciertos efectos indeseables de muchos medicamentos ya en el mundo real. Tenga cuidado con los remedios y productos milagro, pueden causar males mayores que los que pretenden combatir.
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