“Pero contra lo que creemos, la inmensa mayoría de los medicamentos en uso no se originan en los llamados ´productos naturales´, sino que son generados por la síntesis química.”

 

Horacio Cano Camacho

Con mis estudiantes de metabolismo secundario estábamos revisando en clase la enorme distancia que existe entre describir una propiedad in vitro de un metabolito y su efecto en la realidad y complejidad del organismo. Me explico, las plantas son uno de los principales grupos productores de sustancias con algún efecto farmacológico y que potencialmente pueden convertirse en la base de tratamientos en la salud humana. Pero contra lo que creemos, la inmensa mayoría de los medicamentos en uso no se originan en los llamados “productos naturales”, sino que son generados por la síntesis química.

Hay varios medicamentos muy importantes nacidos de plantas, como ciertos antibióticos, corticoides y antitumorales, así como la aspirina y la morfina y derivados. Pero para que estos llegaran a las farmacias, pasó mucho tiempo de estudio, de pruebas, toxicología, efectos secundarios, etcétera, además claro, de que se demostrara sin duda alguna su efecto benéfico en los estudios clínicos.

Con los alumnos comenzamos a revisar el tortuoso camino de la planta a la pastilla y buscamos varios ejemplos. Dos de ellos los comento brevemente: el resveratrol y el THC (y CBD por añadidura).

El resveratrol es un antibiótico producido por la uvas como mecanismo de defensa contra el ataque de patógenos. Es muy tóxico contra hongos y bacterias y contra la planta misma. En la década de los años 80 del siglo pasado se buscó un explicación a la prevalencia de varias enfermedades entre algunas sociedades y destacó que los países mediterráneos tenían menos probabilidades de padecer ciertos tipos de cáncer, enfermedades cardíacas y dislipidemias que en otras zonas del planeta. Descartando varias diferencias entre los estilos de vida se llegó al consumo de uva y vino en la dieta de esta zona.

Rápidamente se dio con la presencia en esta planta y sus derivados, de innumerables metabolitos con propiedades muy interesantes, como antioxidantes, antibióticos y anticancerígenos. En particular destacó el resveratrol, presente en la uva y en el vino. En estudios in vitro, se demostró el efecto citotóxico de este compuesto, en particular su capacidad de destruir células cancerígenas en diferentes estadios y comenzó su estudio como una molécula con potencial para tratar distintos tipos de cáncer, dislipidemias y algunos efectos de la edad.

Cuando estos estudios, muy preliminares, salieron sin un análisis crítico a la opinión pública, todo mundo dio por hecho sus grandes y milagrosas propiedades y a beber vino, comer uvas y hasta fabricar pastillas de resveratrol en lugar de las horribles quimioterapias… Con el tiempo se encontraron evidencias muy sólidas de que el resveratrol no sirve, o más exactamente, su consumo no cura nada, ni el cáncer, ni el colesterol elevado y tampoco evita el desgaste de la vejez: la razón, el resveratrol se biotransforma en un compuesto totalmente inocuo nada más tocar la lengua, lo que resulta lógico, dada su toxicidad y los mecanismos de resistencia de nuestro propio cuerpo…

El otro caso es el de el THC y el CDB (dos metabolitos de la planta de la mariguana) y su supuesto y muy afamado efecto curativo sobre la depresión, ansiedad, déficit de atención (hiperactividad), síndrome de Tourette, desordenes postraumáticos y psicosis en mayores de 18 años tratados con estos productos. Esta idea ya tienen mucho tiempo rondando la mente de los aficionados a la mariguana y los promotores de la industrialización de la planta y despenalización de su consumo, despenalización con la que yo coincido, aunque por razones diferentes que sus “propiedades medicinales”.

Con mis estudiantes buscamos estudios serios publicados en revistas científicas y meta análisis de la literatura sobre sus hipotéticas virtudes. El resultado es, como en el caso de la uva, nada confortable: No hay pruebas suficientes que sugieran que los cannabinoides, en particular el THC, mejoren los trastornos y los síntomas de las dolencias investigadas. Hay pruebas de muy baja calidad de que el THC con o sin CDB conduce a una pequeña mejora de los síntomas de ansiedad en individuos con otras afecciones médicas y sigue habiendo muy poca información que oriente confiablemente sobre el uso de estos productos para tratar trastornos mentales, por lo que se requiere más investigación y de mejor calidad al respecto…

Es importante entender bien lo presentado. No significa que el THC o el resveratrol no sirvan para nada. En las planta tienen funciones muy importantes de defensa, son sustancias toxicas cuya función es destruir a los atacantes, pero como parte de tratamientos farmacológicos en humanos aun falta mucho. Los estudios realizados a la fecha no son suficientes para integrarlos como tratamientos.

Como los productos naturales que ya están en uso, sobre los citados, hace falta caracterizar muy bien los compuestos, identificar los principios activos reales de la planta y extraerlos puros, para modificarlos químicamente con el fin de optimizar sus propiedades y su rendimiento terapéutico y esto lleva mucho tiempo.

Las propiedades que se les asignan no dejan de ser anecdóticas hasta ahora y eso debe prender las alertas, su consumo como parte de un tratamiento no puede ser recomendado por más que conozcamos gente que dice que se curó. Tenga cuidado, si realmente funcionan, no tardará mucho en mostrarse la evidencia.


Originario de un pueblo del Bajío michoacano, toda mi formación profesional, desde la primaria hasta el doctorado la he realizado gracias a la educación pública. No hice kínder, porque en mi pueblo no existía. Ahora soy Profesor-Investigador de la Universidad Michoacana desde hace mucho, en el área de biotecnología y biología molecular… Además de esa labor, por la que me pagan, me interesa mucho la divulgación de la ciencia o como algunos le dicen, la comunicación pública de la ciencia. Soy el jefe del Departamento de Comunicación de la Ciencia en la misma universidad y editor de la revista Saber Más y dedico buena parte de mi tiempo a ese esfuerzo.