El tema del químico usado en herbicidas atañe al interés público en cuanto a que genera efectos cancerígenos y acumulación en el organismo, con alcance a plantas y animales, daños que por varias décadas han acompañado sin embargo su uso y expansión mundial.
Raúl López Téllez
El glifosato es un químico usado en herbicidas y que por sus propiedades es llamado “total”, es decir, que no actúa contra un agente específico sino en general, tanto si es mala hierba como un organismo benéfico. Su uso ha despertado polémica sobre todo en Europa ante lo extendido de su aplicación, con dudas respecto a si se considera seguro tanto para la salud como para el medio ambiente.
El glifosato es además un tema que se coló en días pasados, el 6 de agosto, en las fuertes declaraciones del titular de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), Víctor Manuel Toledo Manzur, respecto a sus diferencias en el gabinete de la llamada Cuarta Transformación que esgrime el actual gobierno federal, donde pese a evidencias en contra y una determinación de la dependencia para impedir su uso en el país, el mismo presidente Andrés Manuel López Obrador estaría a favor de su aplicación.
“Medio Ambiente desconoce los términos del anteproyecto de decreto presidencial sobre el tema del glifosato”, habría sido un primer mensaje montado en la página de la Semarnat en un escrito dirigido “a la opinión pública” y que de acuerdo con analistas luego fue retirado. Luego siguieron las críticas de Toledo que trascendieron más allá de la reunión de trabajo en que se habrían suscitado.
El anteproyecto en cuestión, firmado por AMLO y Julio Scherer, de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), establecía la expectativa del presidente para que entre esta dependencia, la Semarnat, las de Economía y la de Salud, así como el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), se estableciera más allá del rechazo internacional, “programar y coordinar los estudios técnicos necesarios que permitan determinar la seguridad de la sustancia química denominada glifosato como ingrediente activo de plaguicidas utilizados en nuestro país y, en su caso, desarrollar la tecnología necesaria que permita tanto su sustitución como el aumento de los niveles productivos con miras a lograr la autosuficiencia alimentaria”.
Más allá de lo trascendido en las críticas al gabinete, no se sabe si generará un efecto claro en la política federal sobre el glifosato, o incluso sobre la permanencia del funcionario. Lo cierto, de acuerdo a la evidencia sobre sus efectos, es que se debe prohibir el uso de este agente químico.
Cancerígeno, con efectos en plantas y animales
Las sospechas sobre los efectos nocivos del glifosato generaron un debate previo a que expirara la licencia para su uso en la Unión Europea en el año 2016, y aunque se esperaba que se votaría por su prohibición, se extendió la licencia para su aplicación hasta el año 2022, en una votación del año 2017 sacudida por las críticas en contra del uso del agente químico. Para los críticos de su uso, la compañía Monsanto ha propiciado un uso indiscriminado del glifosato a través del herbicida Roundup, y ha sido junto con otros 23 consorcios, las empresas beneficiadas con la decisión.
Para el partido ecologista de los Verdes en el Parlamento Europeo, en un estudio que divulgó en el año 2016, el glifosato está señalado como cancerígeno, aunque la misma Organización Mundial de la Salud no lo considera definitivo. Otro cargo en su contra es generar infertilidad, al citar casos en que herbicidas que contienen este químico interfieren con el sistema endocrino, además de su concentración en el organismo humano tras la ingesta de alimentos o productos tratados con estos productos. 1
El estudio del Partido Verde Europeo indica que el glifosato tiene efectos contra plantas y animales. La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), cita, “encontró un alto riesgo a largo plazo para los mamíferos, en especial para los mamíferos herbívoros (animales de granja tales como ovejas y vacas), así como para especies salvajes (pájaros y el topo común)”.
Para la organización ecologista Greenpeace, “millones de hectáreas de tierras de cultivo, parques y hasta aceras son rociadas con glifosato cada año en todo el mundo. Cuando se usa en agricultura, este compuesto penetra en el suelo, se filtra en el agua y sus residuos permanecen en los cultivos: está en lo que comemos, en el agua que bebemos y en nuestros cuerpos”.
Según Greenpeace, “además de en nuestra salud, el uso de glifosato tiene graves impactos en el medio ambiente, puesto que contamina los suelos y el agua y afecta a otros seres vivos (organismos acuáticos desde algas microscópicas hasta peces y moluscos, pasando también por las ranas y sus renacuajos, y organismos del suelo, como las lombrices de tierra, fundamentales para mantener e incrementar la fertilidad del suelo)”. 2

El escenario mexicano
México, en noviembre del 2019, aplicó el “principio precautorio” e impidió la entrada al país del químico, el que durante tres décadas antes había permanecido sin restricciones, no obstante los llamados de científicos para su prohibición, incluida una recomendación de la Comisión Nacional de Derechos Humanos emitida en el 2018 hacia la Semarnat.
“Las importaciones de glifosato estarán vetadas, además, ´hasta que existan los elementos e información científica contundente´ que garantice un uso seguro, de acuerdo con un comunicado de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat)”, al anunciar la decisión el año anterior. 3
De acuerdo con Thelma Gómez Durán, “en México aún está permitido el uso de 140 ingredientes activos de plaguicidas que están prohibidos en otros países; de ellos, 111 están catalogados como sustancias químicas altamente peligrosas de acuerdo con la revisión de los investigadores que participaron en el libro Los plaguicidas altamente peligrosos en México, coordinado por Fernando Bejarano González y publicado en 2017”.
Fuentes:
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Imagen, Pixabay.