Este texto publicado el 4 de diciembre del 2017 en Cienciario, aborda el interesante fenómeno de los colores que tanto distinguen a las flores y que encierran una serie de funciones y atributos.
Rafael Salgado-Garciglia
Todos hemos admirado al menos alguna vez estas hermosas estructuras reproductivas de las plantas espermatofitas o fanerógamas «todas las plantas vasculares que producen semillas», a las que les decimos flores. De ellas nos llama la atención su forma, el tamaño, el aroma, pero particularmente el color, por lo que cada uno prefiere más algún tipo de flor. A muchos les gustan las rosas, los claveles, las margaritas, los crisantemos o las lilis, que ahora son tan comercializadas, pero tenemos también a las orquídeas, las hortensias y a los tulipanes.
El color de las flores es muy diverso debido a la serie de cambios y adaptaciones que han sufrido este tipo de plantas desde su aparición en nuestro planeta. Podemos encontrarlas en toda la gama del espectro de la luz «rojo, naranja, amarillo, verde, cian, azul y violeta».
La diversidad del color de las flores
El color de las flores está dado por sustancias coloridas a las que comúnmente les denominamos pigmentos, los que son de diferente naturaleza química. En general, por no ser tan específico, diremos que son tres grupos de pigmentos responsables del color de las flores: los carotenoides que agrupan a los carotenos y a las xantófilas, que dan la gama de los amarillos «que van desde el amarillo pálido hasta el rojo casi marrón»; las antocianinas que pertenecen a los flavonoides «que ofrecen los colores que abarcan todos los tonos de azul, pasando por los rojos hasta los púrpuras»; y las betalaínas, que aunque son los menos abundantes, contribuyen a colores como marfil, amarillo, naranja, rojo y violeta. Un mismo color puede estar dado por distintos tipos de pigmentos e incluso cambiar acorde a las condiciones del entorno (contenido de agua, acidez y nutrientes del suelo) o a la edad de las flores.
Para describir la relación de algunos pigmentos con ciertos colores de las flores veremos unos ejemplos: las rosas contienen principalmente cianidina, las de color rosa tienen un bajo contenido comparado con el de las rosas rojas; las flores azules se deben a los pigmentos malvidina como en las primaveras o prímulas, a la delfinidina en las flores de espuelas de caballero y también a la cianidina en el aciano azul; Antirrhinum majus (flores dragón) produce flores de diversos colores, las amarillas son por la luteolina, el color marrón marfil por la apigenina y el rojo/naranja debido a la antirrinina; en cambio, el pigmento presente en las flores naranjas del cempasúchil es la luteína, la pelargonidina en las flores rojas de los geranios, la petunidina en las flores rojas muy oscuras de las petunias y la peonidina en las flores púrpuras de las peonias.
Aunque son escasas las flores de color verde, sí las hay, éstas podemos verlas en plantas como Amaranthus retroflexus (amaranto común), Cyperus haspan (papiro enano), violeta “The Green” (Saintpaulia ionantha) y la rosa “Wimbledon”, entre otras. El color verde de este tipo de flores se debe mayormente a la presencia del dzeta-caroteno, que realmente es una mezcla de amarillos que brinda la tonalidad verdosa y NO a la clorofila. De hecho, las flores no contienen cloroplastos al menos en los pétalos, solo en algunas de sus estructuras como los sépalos.
Tonalidades y cambios del color de las flores
Las diferentes tonalidades se producen por el contenido de los pigmentos, a menor concentración los colores son suaves o tenues, y a mayor concentración más oscuros son éstos. En algunos casos, los pigmentos se acumulan a lo largo de la vida de la flor, pueden iniciar siendo rojo claro y terminar de color púrpura. Debido a que las antocianinas (cianidina, delfinidina, pelargonidina, petunidina y peonidina) son pigmentos que se almacenan en las vacuolas «son solubles en agua», pueden cambiar de color en función de la acidez o alcalinidad y del tipo de antocianina.
Es por eso que la acidez del suelo influye directamente sobre el color de las flores, un ejemplo clásico de estos cambios es lo que ocurre en las hortensias (Hydrangea macrophylla), en suelos ligeramente ácidos las flores son azules, en suelos más alcalinos son blancas y en suelos de acidez intermedia las flores se tornan rosas. Pero debemos recordar que siempre el control genético (genotipo) es lo principal para que este tipo de cambios ocurra.
Función del color de las flores
El color de las flores, aunque pensemos que es algo decorativo de las plantas, tiene una importante función en ellas «su supervivencia».
“Si los insectos no se hubiesen desarrollado sobre la faz de la Tierra, nuestras plantas no se hubieran cubierto de bellas flores y hubieran producido solamente flores tan pobres como las que vemos en el abeto, el roble, el nogal y el fresno, y en las gramíneas, espinacas, acederas, y ortigas, que se fecundan por la acción del viento” (Darwin. El Origen de las Especies, 1859).
La evolución conjunta plantas-polinizadores ha sido la presión de selección para producir ciertos colores en las flores, adecuados al sistema visual de los organismos que las polinizan. Con este fin, algunas plantas producen flores con pigmentos que emiten en las longitudes de onda de la franja del ultravioleta y otras que emiten luz verde fluorescente, estas últimas debido al contenido de betaxantinas.
La supervivencia de las plantas depende de la reproducción sexual, en la que el proceso de la floración y el color de las flores, tienen la función de asegurar una efectiva polinización que permitirá la descendencia al formarse los frutos que producirán las semillas, promoviendo la variabilidad genética necesaria para su adaptación a situaciones nuevas o adversas. Los polinizadores como recompensa a su acción reciben alimento (polen o néctar) de las flores.
Algunos de estos pigmentos también tienen la función de proteger a las plantas por sus propiedades antioxidantes y son compuestos accesorios que maximizan el uso de la luz disponible para hacer más eficiente el proceso de la fotosíntesis, pero además son estructuras de protección en situaciones de luz excesiva. Por estas propiedades, algunas antocianinas como la cianidina ha mostrado actividad anticancerígena, antiinflamatoria y vaso protector, así como potencial contra la obesidad y la diabetes.
