En La mitad de la Tierra, Wilson defiende la conservación biológica e incluye a comunidades indígenas en la defensa de territorios bajo sus visiones y que, a juicio del especialista, se constituyen en los “mejores protectores”. Segunda y última parte.

 

Leonor Solís

El concepto de Biodiversidad

Precisamente Wilson fue quien acuñó y popularizó en la década de los años 80 el término biodiversidad, concepto importantísimo en ecología y de uso generalizado en la actualidad, relacionado con la conservación de la naturaleza en todo el mundo, contribuyendo extraordinariamente a concienciar a la sociedad de su valor.

La biodiversidad como concepto no hace referencia únicamente a la diversidad biológica, el concepto que acuñó Lovejoy y que se refiere a como la suma del total de especies en el planeta y su variedad. El concepto de biodiversidad además de ello, hace referencia a todos los patrones naturales que la conforman y que son resultado de miles de millones de años de evolución y habla también de la influencia creciente de las actividades del ser humano.

Es además un concepto inclusivo que no se limita al nivel de especie, sino que va desde la diversidad genética dentro de cada especie hasta la variedad de ecosistemas, de manera que incluye a todo el conjunto de interacciones entre todas las formas de vida y con el entorno no vivo que fundamentan el sustento de la vida planetaria.

La pasión por de la conservación biológica que tuvo Wilson a lo largo de su vida hizo que abogara por la conservación de los llamados “puntos calientes de biodiversidad” (biodiversity hotspots, en inglés), que acorde a sus cálculos corresponden con áreas equivalentes a un 1.4 por ciento de la superficie de la Tierra, pero que contienen el 60 por ciento de las especies del planeta. Por ejemplo, prácticamente la mayoría del territorio de México está conformado por tres de esos “puntos calientes”. La conservación de todas estas áreas, sería el único medio de evitar la catástrofe ecológica que el constante crecimiento demográfico humano podría causar. Muchos de los más recientes trabajos de Wilson, tratan sobre la conservación de las especies a nivel planetario.

Cuando Wilson se jubiló de Harvard en 1996, parecía que iba a ser recordado por su trabajo histórico sobre biogeografía de islas y sus atrevidas ideas sobre sociobiología. Pero la mayor contribución de Wilson a nuestro planeta -tanto a los humanos como a los no humanos- puede haberse producido en la última década de su vida, ya que tras su jubilación, no dejó de trabajar, escribir y continuar con sus propuestas. Su profunda admiración por el medio natural le llevó a guiar nuestros pasos como especie hacia un futuro más sostenible. Por ejemplo, a través de la rompedora idea que plantea en Half-Earth (La mitad de la Tierra), publicada en 2016, propone la protección de la mitad del planeta con el objetivo de frenar la extinción masiva de especies.

Según la teoría de la Biogeografía de Islas, las extinciones se producen cuando una isla se reduce, es decir, cuando se destruye el hábitat.

La mitad de la Tierra

«Llevo años pensando», dijo Wilson al escritor Tony Hiss en 2014, «que la gente no ha pensado lo suficientemente en grande -incluso los conservacionistas». Prosiguió: “¿Y si todo el planeta fuera una isla? Una sola isla que contuviera unos ocho millones de especies -según las estimaciones más recientes- y billones de entidades que viven, respiran, consumen, aman y mueren. Si el mundo entero es una isla de hábitats de una belleza impresionante -desde los respiraderos hidrotermales repletos de gusanos tubulares gigantes en las profundidades del océano, hasta los chirriantes pikas que se encuentran en las alturas del Himalaya-, ¿cómo podríamos asegurar que en el Antropoceno, esta era de los Humanos, pudiéramos seguir preservando el resto de la vida?”

Según la teoría de la Biogeografía de Islas, las extinciones se producen cuando una isla se reduce, es decir, cuando se destruye el hábitat. Esto es lo que está ocurriendo hoy en día. Las especies están desapareciendo a un ritmo entre 100 y mil veces superior al normal debido a la destrucción de su hábitat por el ser humano, entre otros impactos: caza excesiva, cambio climático y contaminación, por nombrar algunos. Y no sabemos cuántas extinciones puede tolerar el planeta antes de que los ecosistemas empiecen a desintegrarse por completo.

Para combatir este problema global, Wilson recurrió a la teoría que desarrolló con MacArthur en la década de 1960. Si la Tierra es una isla y protegemos sólo el 10 por ciento del hábitat -más o menos donde estamos hoy-, perderemos la mitad de las especies del mundo. Una extinción masiva a la altura de algunas de las mayores del pasado. Pero si protegemos la mitad del hábitat mundial, conservaremos alrededor del 80 por ciento de las especies -quizá más si nos aseguramos de proteger las regiones más biodiversas, como los arrecifes de coral y las selvas tropicales. Esto evitaría los presagios de extinción masiva y colapso ecológico que podrían llevar a nuestra civilización al desastre.

En 2016, E.O. Wilson publicó La mitad de la Tierra, un término acuñado por primera vez por Hiss en su libro Rescatando al planeta, publicado en 2014. Wilson no inventó la idea de proteger la mitad de la Tierra -esta idea ya lleva un tiempo dando vueltas en los círculos conservacionistas-, pero la retomó a su manera, como maestro sintetizador y uno de los mejores divulgadores científicos, actualizó su potencial.

Una conservación para la gente

Wilson no concibió la Mitad de la Tierra como un manto de conservación a través de un enfoque de áreas protegidas estrictas que tienen una historia de mantener a la población local e indígena fuera de ellas, sino más bien a través de un mosaico de varios tipos de protecciones, muchas de las cuales permiten las actividades humanas y la habitabilidad.

«No es necesario derogar los derechos de propiedad ni desplazar a nadie», dijo Wilson en 2017. Wilson imaginó “la Mitad de la Tierra” como una red flexible de áreas de conservación de distinto grado: algunas áreas estrictamente protegidas, por supuesto, pero muchas modeladas y trabajando de la mano con los propietarios de tierras y las comunidades locales para proteger los paisajes en los que los seres humanos siguen viviendo. Esto podría incluir otros modelos de conservación comunitaria, como los que han tenido tanto éxito en partes del África subsahariana.

Wilson cree que la Mitad de la Tierra debe incluir también los territorios indígenas, a quienes denominó “los mejores protectores» de sus propias tierras. Esto ha sido confirmado en repetidas ocasiones por investigaciones que muestran que las tierras indígenas preservan la biodiversidad tan bien o incluso mejor que las áreas naturales protegidas clásicas. En otras palabras, la lucha por la conservación -y por la acción contra el cambio climático y por una Tierra habitable-, no se puede ganar sin los derechos de los indígenas a sus territorios. «La mitad de la tierra protegerá a los pueblos indígenas que, de otro modo, verían destruida su forma de vida a medida que se incrementa la agricultura y los asentamientos humanos», añadió Wilson.

En la actualidad, alrededor del 17 por ciento de la masa terrestre del planeta está bajo algún tipo de protección y algo más del 7 por ciento de los océanos. Esto significa, por supuesto, que nos queda un largo camino por recorrer antes de llegar a la mitad de la Tierra. Pero la idea no parece tan improbable como hace cinco años, cuando Wilson publicó su libro.

30 para el 30

Hace un año, más de 50 países se comprometieron con el plan «30 para el 30»: un llamado para proteger el 30 por ciento de la tierra y los océanos del planeta para 2030. Entre los países que aprobaron el 30 para el 30, se encuentran algunos de los más importantes del mundo, como la UE, el Reino Unido, Canadá, Japón y Nigeria (la nación más poblada de África). También han firmado naciones hiperdiversas como Colombia y Costa Rica (que ya está cerca del objetivo del 30 por ciento). Se espera que estas naciones alcancen el objetivo del 30 por ciento en la próxima cumbre sobre biodiversidad, que se celebrará en Kunming (China) en 2022, a menos que se vuelva a posponer debido a Covid.

Si el compromiso de 30 para el 30 se convierte en parte del compromiso global, y si aún más milagrosamente, logramos ese objetivo en ocho años, significaría que estaríamos más o menos a mitad de camino hacia la Mitad de la Tierra de Wilson. Una idea que podría parecer una locura hace una década, ahora parece, si no probable, tal vez, sólo tal vez, posible.

Wilson en 2017 le dijo a Jeremy Hance, un periodista de el periódico inglés The Guardian y al medio de noticias ambientales Mongabay, lo que el periodista denominó “el último sueño de Wilson”.

Wilson le dijo a Hance en una entrevista «yo sueño con haber podido tener una gran influencia en el avance de la conservación mundial»; no dudamos que la tuvo. Su pasión, entusiasmo, labor de divulgación y capacidad de gestión política, de alguna manera han influido en las estrategias de conservación y de investigación de los últimos 50 años.  Wilson dejó de respirar el 26 de diciembre del 2021 con 92 años de edad, incansable y brillante investigador, que aún con sus limitaciones físicas desde su infancia, no dejó que limitaran su pasión ni su capacidad de aportar ideas para la ciencia en general, para el conocimiento del fascinante mundo de las hormigas y la conservación de nuestro planeta. Gracias al entusiasmo de Wilson, muchos nos sentimos inspirados por su obra y trabajamos buscando la conservación de la biodiversidad planetaria. Su último sueño es también nuestro.


Fotografía: De portada, Bob Brewer | Unsplash. En el texto: Alex Gruber | Unsplash.


Mi pasión personal y profesional es la comunicación ambiental, en específico la comunicación audiovisual ambiental. Trabajo realizando esa labor en el Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad de la UNAM. Soy miembro de la mesa directiva de la Asociación Internacional de Comunicación Ambiental y miembro fundador de la Red Mexicana de Periodistas de Ciencia. Me gustan muchas cosas muy disímiles, pero más me gusta la idea de compartir, compartir curiosidad, aficiones, gustos. Compartir y construir juntos. Por eso me dedico a compartir lo que me encanta y me parece importante. Encontrar otros que comparten lo mismo, hacen y no se dan por vencidos, es el regalo.  Espero nos encontremos en este camino.