La antigua Fábrica de San Pedro y rituales como el de “Las Aguadoras”, dan testimonio hasta nuestros días de una relación desde el siglo pasado entre el río uruapense y los habitantes del considerado emporio aguacatero, a su vez secuela de un aprovechamiento a favor de los empresarios.
Raúl López Téllez
Aun cuando no se tienen cifras exactas, se considera que desde el siglo pasado hasta el actual se ha perdido en un 50 por ciento el caudal del río Cupatitzio, recurso emblema natural y cultural de la ciudad de Uruapan.
Así lo consideró el investigador y doctor en Historia, Juan Manuel Mendoza Arroyo, en la sesión de preguntas durante la presentación del libro El río Cupatitzio: sitios históricos y aprovechamiento de su caudal, siglo XIX y XX, escrito en coautoría con Leticia Bobadilla González, Isaís Gómez Santis y Brenda Griselda Guevara Sánchez, editado por el Laboratorio Nacional de Materiales Orales de la UNAM Campus Morelia.
De acuerdo con el investigador, a pregunta de Cienciario, la estimación sobre la pérdida del caudal la refieren los pobladores consultados del asentamiento El Arenal, quienes refieren de un desbordamiento del río que habría inundado una extensión considerable de la mancha urbana más allá de su cauce. Tras reconocer que no se tiene una estimación exacta sobre el deterioro de la cuenca, Mendoza señaló que los datos que se disponen de la época colonial “son mediciones arbitrarias” que no arrojarían cifras confiables.
“Lo que sí se sabe es que es probable que ha disminuido entre un 40 y 50 por ciento”, referencia que, señaló, se encuentra en la tradición oral “que sostiene esta idea”.
Tanto Bobadilla como Mendoza, únicos autores en la presentación virtual de la obra, aludieron al usufructo que han hecho del caudal empresarios en la zona desde el siglo pasado y que actualmente se ejemplifica con la explotación aguacatera, altamente extractiva de recursos hídricos y que ha contribuido de manera importante en esta pérdida del cauce. Textileros, ganaderos y fruticultores serían en síntesis, quienes se han aprovechado del Cupatitzio, cuyos afluentes o “derivaciones” -como las llamaron los investigadores-, desde el siglo XIX ya desembocaban directamente en las zonas de producción de estos sectores.
Presentados por Graciela Andrade y Santiago Cortés, los investigadores de la Universidad Michoacana hablaron de las motivaciones para emprender el estudio del Cupatitzio por una litografía descubierta que data de 1907, a partir de la que buscaron como autores la relación entre este río desde el porfiriato y la comunidad que se desarrolla hasta nuestros días, en torno al cual se gestó una convivencia social y cultural que, con cambios, mantienen los uruapenses hasta la fecha, de la que citaron como una manifestación vigente el desfile de “Las aguadoras”, cuya finalidad, religiosa, proviene desde el siglo XIX y pretendía la “bendición” del agua.
Mendoza refirió que el Cupatitzio ha tenido “un peso cambiante” a medida que avanza la urbanización y el entramado social de la llamada capital mundial del aguacate, en momentos incluso antagónicos por su uso. Planteó que el objetivo de abordar su estudio es cobrar conciencia sobre un recurso natural apropiado por distintos sectores sociales y con distintos usos en su aprovechamiento en el periodo de estudio: desde las «familias acaudaladas» al sureste de la cuenca y que en las últimas décadas “ha sido transferido” a favor de proyectos empresariales y de agricultura a gran escala, aún y cuando en el discurso oficial se señale que es “un bien intransferible”.
Bobadilla por su parte abundó en el contenido referente a tradiciones y el peso del río en la memoria colectiva de los uruapenses, quienes igual se bañaban como lavaban ropa y paseaban en sus afluentes, aspecto en el que la investigadora destacó la iconografía en torno al cauce a través de litografías y postales incluidas en el texto.
Fotografía tomada de internet.