“Muchos laboratorios del mundo, usando las técnicas de la biología molecular se han lanzado a buscar un medicamento que ´cure´ o detenga los aspectos más dañinos de la infección y estamos a días o semanas de que lo logren, pues ya se avizoran candidatos muy prometedores”.
Horacio Cano Camacho
La biología molecular es una disciplina más o menos reciente. Sus orígenes se pueden encontrar a inicios de la segunda mitad del siglo pasado, pero su consolidación es más joven. En este tiempo ya ha tenido un impacto tremendo en todas las demás áreas de la biología, incluso en temas como la percepción de nuestra propia naturaleza humana. Y por supuesto, ha engendrado o marcado el camino de montones de otras disciplinas.
Podemos definir a la biología molecular, como la herramienta que busca entender y explicar los fenómenos biológicos a través del estudio de las propiedades macromoleculares. En particular, aquellas macromoléculas que constituyen el núcleo de la información que determina la vida, es decir, el ADN y el ARN.
Los inicios de la biología molecular no fueron sencillos, incluso hubo mucha resistencia de parte de los científicos de otras disciplinas que la veían como una mirada ajena, reduccionista al extremo, de algo tan complejo como la vida. Sin embargo, su enfoque se ha consolidado al demostrar, que efectivamente, la comprensión de los genes es una tarea central para el entendimiento de cualquier fenómeno biológico. Además, sus aplicaciones han logrado avances impresionantes en el estudio de lo biológico y lo han hecho por si mismas o auxiliando a otras disciplinas.
Cuando yo estudiaba el doctorado, aislar y estudiar un gen era una tarea algo menos que “titánica” que llevaba años de trabajo muy arduo. Identificar un gen, analizar su expresión, aislarlo, secuenciarlo y comenzar el estudio de su regulación podía llevar años. Asumiendo que se tenía la experiencia y los recursos.
Obtener la secuencia completa de nucleótidos del genoma humano, fue una empresa gigantesca que involucró a miles de investigadores y técnicos, ingenieros, expertos en cientos de áreas del conocimiento, y por supuesto miles de millones de dólares y varios años de trabajo. Los biólogos moleculares, rápidamente se dieron cuenta que entender la información contenida en esos tres mil millones de ladrillos que forman nuestro genoma, requerían de muchos otros enfoques que ni existían y, de aquí surgieron cosas como la genómica, la proteómica, la trascriptómica, glucómica, epigenética, la biotecnología molecular y muchas otras disciplinas que unos años antes ni se nos ocurrían, ni nombre tenían ni nadie se asumía como experto en ellas.
Todo esto en el campo de la ciencia, pero ¿ha tenido algún impacto la biología molecular en nuestra vida cotidiana? La respuesta es si y este ha sido enorme. Y para ilustrarlo voy a usar el ejemplo que tenemos más a la mano: la pandemia de Covid-19.
A finales del año pasado, los médicos comenzaron a lidiar con una enfermedad extraña, con parecido a otros síndromes respiratorios agudos, pero algunas características novedosas y que inspiraban mucha preocupación. Unas semanas después ya se había identificado, aislado y caracterizado un nuevo agente patógeno, responsable de esta enfermedad. Para finales de diciembre, ya se tenia la secuencia completa de su genoma y apenas se publicó el 10 de enero, ya de este año, se comenzó a analizar en laboratorios de todo el mundo y sin tener siquiera un cultivo del tal virus, y por supuesto, sin que la enfermedad llegara por esas tierras.
La secuencia de nucleótidos del ARN del virus, transmitida y compartida por internet permitió definir la estructura tridimensional del virus, localizar de inmediato los receptores de las células respiratorias blanco y por supuesto, establecer que recursos usaba el malvado agente para atacarnos.
Algunos laboratorios como Moderna o BionTech y varios chinos, rusos, españoles, alemanes, comenzaron a diseñar una vacuna y una semana después ya la tenían… si, leyó bien. La vacuna de Moderna, Pfizer-BionTech y algunas otras se lograron en una o dos semanas (y a las otras a lo largo de tres meses) y sin siquiera haber cultivado al virus. El ARN del virus fue sintetizado en el laboratorio con la secuencia disponible. Se produjeron muchas proteínas candidatas a usarse como vacuna y se comenzaron a buscar formas de entregarla al organismo.
Para finales de enero, apenas unas semanas después de identificar la enfermedad y sin que esta tuviera aun nombre, ya teníamos un sistema de diagnóstico molecular altamente confiable y con posibilidad de distribuirlo por todo el mundo. En el curso de unos meses, los epidemiólogos, virólogos, inmunólogos han comprendido, con el auxilio de las técnicas moleculares, casi todos los aspectos importantes de este temido mal.
Muchos laboratorios del mundo, usando las técnicas de la biología molecular se han lanzado a buscar un medicamento que “cure” o detenga los aspectos más dañinos de la infección y estamos a días o semanas de que lo logren, pues ya se avizoran candidatos muy prometedores.
Como en las vacunas, una cosa es diseñarlas y construirlas y otra, probar su eficacia y su seguridad en la población. No obstante, estamos en la antesala de contar, no con una, sino varias vacunas que usan diversas tecnologías, algunas ya probadas y otras muy novedosas que, de funcionar, abrirán nuevas perspectivas para la medicina y la prevención. Lo mismo pasará, decía, con los medicamentos, no los que ya existían y se ensayaron, que es una medida de urgencia necesaria, sino otros, completamente nuevos.
Para nosotros esta pandemia se ha hecho eterna y mis palabras parecen no ser consuelo. Sin embargo, ¿se imagina esta enfermedad 20 o 30 años atrás, sin la capacidad que ahora tenemos? La biología molecular y sus “hijas” putativas han enfrentado esta crisis como nunca en la historia de la ciencia y la medicina y están a semanas de probarlo en la realidad misma: las vacunas y medicamentos estarán aquí muy pronto, se lo puedo asegurar.
Pero ese muy pronto requiere de nosotros un compromiso muy serio. Fuera del “campo de batalla” nos toca cuidarnos, la ciencia, concretamente la medicina y biología molecular están haciendo su parte. A nosotros nos toca lo más fácil: cuidarnos y cuidar a los demás. La acción colectiva puede darle a la ciencia el tiempo que aun necesita, que como lo hemos dicho, ya no es mucho…
|