“De nada servirá tener la vacuna si en un mes se desborda el sistema sanitario, se sabotea a las entidades responsables de la vacunación y se termina por rebasar a los servicios médicos.”
Horacio Cano Camacho
El viernes 11 de diciembre, la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), entidad que certifica y norma la comercialización y distribución de medicamentos en México, autorizó (México es el cuarto país que lo hace), el uso de emergencia de la primera vacuna contra el Sars-CoV-2, responsable del Covid-19, la pandemia que nos tienen contra las cuerdas. Sin duda es un paso importante y en muchos sentidos, esperanzador. A esta vacuna le seguirán otras que ya están listas o lo estarán en las próximas semanas para pedir autorización. Esto abre una ventana de optimismo…
Pero una noticia optimista no debe cegarnos de la situación real de la pandemia. Los medios han manejado estas noticias como “el fin” de la crisis y estamos muy lejos aún de tal situación.
La parte positiva es sin duda la respuesta de diversas entidades científicas a la crisis sanitaria. Ya hemos hablado aquí sobre la velocidad impresionante a la que la ciencia se movió para identificar el agente causal del Covid-19, crear sistemas de diagnóstico, caracterizar el virus causante y ensayar diversos tratamientos o medidas para frenarlo.
Un aspecto muy notorio fue el hecho de que las investigaciones se hicieron de manera muy abierta y de cara a toda la comunidad interesada. La publicación de la secuencia del virus fue seguida por una serie de acciones nunca vista: las publicaciones científicas sobre los diversos aspectos de la enfermedad se pusieron a la disposición de todo aquel que estuviera interesado, a veces incluso violando códigos de rigor científico, que por fortuna se han ido corrigiendo. Por otro lado, se lograron formar equipos y consorcios entre entidades de investigación y empresas, gobiernos y universidades, gobiernos y gobiernos. Esto es en gran medida lo que hizo posible el avance vertiginoso para lograr las vacunas y en un plazo no muy lejano, medicamentos efectivos.
Tenemos un espectro amplio de tecnologías en las vacunas que se encuentran más cerca de salir al público. Desde algunas muy novedosas basadas en ARN, vectores virales modificados por ingeniería genética y proteínas sintetizadas en el laboratorio, hasta tecnologías muy bien probadas y ensayadas en la historia como las de vectores atenuados. Hay candidatas a vacunas de aplicación nasal, las orales y claro, las clásicas inyectables. De tal manera que estamos en la antesala de un proceso de vacunación en tiempo record, como nunca en la historia.
Pero tener las vacunas y vacunar son cosas distintas. Los ensayos de fase tres que muchas vacunas han superado o están por hacerlo, involucran miles de pacientes, pero aun así son muy lejanos del esfuerzo que implica vacunar a miles de millones. Y aquí la prensa se equivoca al suponer que las naciones ricas (y “eficientes”), ya están a punto de lograrlo, como se esfuerzan en pregonar al comparar con México que comenzará con unos miles de dosis de la primera vacuna autorizada.
Vacunar a miles, incluso unos pocos millones no basta. Estados Unidos, por ejemplo, aplicará a partir de esta semana cerca de veinte millones de dosis, pero la vacuna elegida es de dos aplicaciones, con un mes de por medio, lo cual duplica el esfuerzo. Aun así, veinte millones no es nada… Me explico, para lograr la famosa inmunidad comunitaria necesaria para controlar la enfermedad se necesita vacunar al 60 por ciento de la población, y en EU estamos hablando de vacunar a 198 millones de personas y si consideramos que las vacunas más adelantadas, con excepción de una china, requieren de dos dosis, estamos hablando de aplicar 396 millones de vacunas. Un esfuerzo, sin duda, enorme. Lo mismo podemos decir de México que requiere vacunar al menos a 70 millones de personas y esto vale para cualquier otro país.
Otro problema es que no hay disponibles 396 millones de vacunas, ni los miles de millones más para proteger al mundo. Las vacunas llegarán, también entre las potencias económicas, a cuentagotas y habrá que esperar todo el 2021 para alcanzar el 60 por ciento famoso, y eso asumiendo que todo marche bien.
Otro aspecto que es importante que quede claro, es que una vez que me vacunen no quedo en automático inmune… Deben de pasar al menos 15 días para ver la respuesta y en las vacunas de dos aplicaciones, esa respuesta será parcial, por lo que habrá que esperar unas semanas después de la segunda aplicación. Mientras seremos tan vulnerables o casi, como el resto de la población no vacunada y mientras mis vecinos y el resto de la ciudadanía no esté vacunada, será una protección muy pobre.
Y eso nos regresa a la acción colectiva: sí, estamos cerca de ver el fin, pero más que nunca se requiere el cuidado de todos y eso, por desgracia, no es un asunto de ciencia. Es de conciencia ciudadana y al parecer, en México como en Occidente, es un valor muy raro. De nada servirá tener la vacuna si en un mes se desborda el sistema sanitario, se sabotea a las entidades responsables de la vacunación y se termina por rebasar a los servicios médicos. Esto, por desgracia, no es un asunto de artículos científicos, sino de valores ciudadanos y esos son los más difíciles de adquirir, sobre todo en un país que se construyó de clientes y no de ciudadanos y en donde estos se niegan a cobrar conciencia de su nueva responsabilidad…
|