En un país como México, con una baja vocación e inversión hacia la ciencia, la pérdida de uno de los científicos y divulgadores más importantes no deja de lamentarse, como es el caso de Ruy Pérez Tamayo, quien partió del plano terrenal este jueves 27 de enero. Estas son algunas de sus reflexiones.
Mesa de Cienciario
Visitante frecuente y Doctor Honoris Causa en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Ruy Pérez Tamayo compartió sus saberes en conferencias abiertas a todo público, sobre todo jóvenes estudiantes.
Médico de profesión dedicado a la biomedicina, recopiló varios textos para la colección Centzontle del Fondo de Cultura Económica, publicado en el 2013 y que intituló Diez razones para ser científico, que a continuación enlistamos, con breves extractos de cada apartado.
1.Para hacer siempre lo que me gusta
“La creencia popular generalizada es que hacemos bien lo que nos gusta, y que este gusto está predeterminado, ya se trae desde el nacimiento. Yo no estoy de acuerdo, no creo en las vocaciones, nosotros no hacemos bien lo que nos gusta, sino todo lo contrario, a nosotros nos gusta lo que hacemos bien”.
2.Para no tener jefe en el trabajo
“Lo que significa no tener jefe es la independencia intelectual, que es un elemento indispensable en la vida del científico”.
3.Para no tener horario de trabajo
“¿A qué horas empieza a trabajar el científico? La pregunta más bien debería de ser: ¿a qué horas no trabaja el científico? Más adelante veremos que una parte muy importante de la ciencia es pensar, darle vueltas al asunto, imaginarse cómo podría ser la solución al problema que quiere resolverse, pensar y pensar. Y para eso no hay horario, no hay reloj checador, no se empieza a las 08:00 a.m. y se termina a las 17:00 p.m.”
4.Para no aburrirme en el trabajo
“Esta es una de las razones más importantes para ser científico. Yo he estado aburrido muchas veces en mi vida, sobre todo en reuniones sociales con gente estúpida, o escuchando discursos llenos de demagogia y de falsedades en sitios de donde no me podía escapar, o haciendo cola en ventanillas de dependencias oficiales esperando que reaparezca el responsable, o esperanzado para pagar en la caja del supermercado, mientras encuentran el precio del kilo de ejotes, etc. Pero en cambio, no recuerdo haberme aburrido nunca en mi laboratorio. Ahí he estado cansado, frustrado, preocupado, o bien inquieto, curioso, estimulado, o hasta asombrado y feliz, pero nunca, nunca, he estado aburrido”.
5.Para usar mejor mi cerebro
“Una forma sencilla de describir el trabajo científico es tener ideas y ponerlas a prueba. Todo el mundo acepta que para tener ideas hay que usar el cerebro (aunque también se dice que algunas gentes piensan con los pies), pero para poner a prueba las ideas también hay que usar el cerebro”.
6.Para que no me tomen el pelo
“Dicho de otra manera, una parte importante del espíritu de la ciencia es el escepticismo frente a lo que no posee una demostración clara, objetiva y (cuando es posible) reproducible. Es aceptar sólo en forma preliminar aquello para lo que no hay pruebas, pero podemos imaginarnos que sería posible obtenerlas y, si es nuestro interés, proceder a hacerlo”.
7.Para hablar con otros científicos
“¿Qué puede tener de bueno hablar con otros científicos? ¿A poco todos los científicos son cultos, inteligentes, simpáticos y buenas gentes? De ninguna manera, hay científicos de todos tipos, como también hay banqueros, acróbatas, políticos, músicos y narcotraficantes de todos tipos: agradables, enojones, arrogantes, simpáticos, dedicados, vividores, serios, aburridos, parlanchines, callados, pomposos, modestos, políticos, académicos, chiflados y muchas cosas más (…) Los científicos que he conocido y conozco (que no son pocos) tienen una característica en común: son escépticos, son profesionales de la duda, maestros de los cuestionamientos, de la generación de buenas ideas y del análisis crítico de las pruebas que pretenden determinar si realmente son correctas, o sea que no se dejan tomar el pelo fácilmente”.
8.Para aumentar el número de científicos en México
“Hoy se sostiene que la mejor forma de alcanzar los niveles deseables de calidad de vida para todos los ciudadanos es incorporándolos en una ´sociedad del conocimiento´, lo que permite el acceso a todos los avances científicos y tecnológicos que disfrutan las naciones más desarrolladas. Pero no se trata solo de disfrutar de estos avances sino de participar en ellos, de poseer los conocimientos necesarios para alejarse de la dependencia de los que sí saben hacer las cosas, y pasar de ser una sociedad de consumidores a una de productores”.
9.Para estar siempre bien contento
“Yo he vivido siempre bien contento como investigador científico porque nunca me interesó hacer mucho dinero. He ganado lo suficiente para sostener a mi familia (con la ayuda de mi esposa), permitir que mis hijos estudiaran y se hicieran profesionistas, comprar muchos libros y mucha música, viajar todos los años, y últimamente ayudar a mis nietos y bisnietos”.
10.Para no envejecer
“Cuando escribo estas líneas acabo de cumplir 88 años de edad, y he sido investigador científico desde que tenía 19 años de edad, o sea durante 70 años. Siempre he sido muy deportista, fumé pocos años cuando era joven (porque mi maestro fumaba y yo quería parecerme a él) y también hice otras de las muchas estupideces que siempre hacen los jóvenes. Pero la juventud es una enfermedad que (¡ay!) se quita con el tiempo, por lo que pronto reduje mis acciones juveniles autodestructivas pero conservé mi afición por el deporte”.
Fotografía, cortesía de la Universidad de Guadalajara