“México necesita ciencia, ciencia y más ciencia”, es la cabeza en portada de Letras Libres (abril 2020, número 256), clamor –además pertinente-, que se antoja como impulso editorial por la pandemia de COVID-19 que por lo visto ahuyentó los temas literarios como principales en portada en la publicación dirigida por Enrique Krauze.


Raúl López Téllez


El coronavirus y la situación de la investigación científica en el país, podría pensarse ante el título, nos acercaría a conocer la desigualdad hacia una actividad que ha transitado bajo esa circunstancia, la del escaso apoyo, desde administraciones pasadas, al igual que una ponderación preliminar de los retos que le esperarían –y esperan- a los científicos mexicanos ante el tamaño del reto.

   Nada de eso. Letras Libres apostó por hacer plenamente declarativo el enfoque con qué decidió abordar los temas, y son entrevistas las que nutren los dos temas centrales del tema: “El momento crucial de la ciencia en México”, donde participan Julia Tagüeña, Adolfo Martínez Palomo y Antonio Lazcano Araujo; y “El desafío de comunicar la ciencia”, con Aleida Rueda, Natalia Jardón y Gerardo Sifuentes.

   En el primer trabajo, la participación de Martínez Palomo parece la más mesurada en cuanto a centrarse en identificar ciertos temas cruciales para la ciencia en el país; Tagüeña y Lazcano van más por el lado de criticar en la mayoría de sus declaraciones la actual política en investigación, y en conjunto no hay una cifra que ubique esos datos duros para identificar el tamaño del problema, número de investigadores en el país, oficiales y no, principales áreas de su atención, academia o industria, condiciones laborales, lugar de México a nivel mundial si se toma en cuenta que nunca hemos estado en el 1 por ciento del Producto Interno Bruto que recomienda la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE) invertir en ciencia y tecnología.

   Cierto, importa la crítica hacia el intento del actual gobierno federal por imponer otra visión sobre la ciencia, con una ley prevista para aprobarse en este año tras la reforma al artículo tercero constitucional, donde la queja es que no se conoce el anteproyecto ni participó el área científica, además de los encontronazos directos con la actual titular del Conacyt, María Elena Álvarez Buylla, y son temas que forman parte sin duda del contexto necesario dentro de ese “México necesita ciencia, ciencia y más ciencia”, a los que no les hace daño llevar ese otro registro para el análisis más allá de lo coyuntural, o sea, la investigación periodística necesaria para contextualizar el tema.

   En el segundo tema, la tendencia también no aporta cifras o estadística sobre el estado de la divulgación científica en el país, y aunque se esboza una situación de retos como la improvisación para abordar temas de ciencia, curiosamente se recomiendan publicaciones de otros países –Perú y España-, como modelos a seguir. Las temáticas de acercar a los científicos a la comunidad, “bajar” su lenguaje al del plebeyo pero interesado, la presunción de que a la sociedad no le interesa la ciencia, el contar historias a través del uso de formatos o géneros atrayentes, reconocer que “no toda la ciencia que se hace en México es interesante y no hay porqué volvernos sus porristas” o “que el periodismo de ciencia también sea crítico”, en verdad son tópicos que con coronavirus o no, han acompañado y acompañan la discusión en torno a los retos que enfrenta la divulgación y cuya radiografía, al menos en este número, está ausente.

   Otros artículos sobre el tema, son: “Vehículos de conocimiento: las revistas especializadas”, de Avenilde Romo Vázquez, editora de Educación Matemática -quien nos suelta un dato: existen 217 publicaciones de ciencia, de acuerdo al Índice de Revistas Mexicanas de Investigación Científica y Tecnológica del Conacyt-; Rocío del Carmen Serrano Barquín, directora de El Periplo Sustentable y Héctor Pérez Rincón, de Salud Mental.

   El remate incluye “Cómo cambia la ciencia”, de David P. Barash, profesor de Psicología de la Universidad de Washington; y aunque no están incluidos en el dossier, hay un cuento de Juan Villoro, “Paciente cero”, y un delicioso remate de Lewis Thomas, “La ciencia: últimas preguntas”, edición de un texto que el médico y escritor publicó en el número 62 de Vuelta y cuya entrada es más que contundente: “El mayor logro de la ciencia del siglo XX ha sido el descubrimiento de la ignorancia humana. Vivimos como nunca antes en el azoro ante la naturaleza, el universo, y más que nada ante nosotros mismos”.


Letras Libres, abril 2020, número 256. Director: Enrique Krauze. Periodicidad mensual. $70.00. Consulta libre en www.letraslibres.com