“Podemos buscar los ladrillos más chiquitos para fabricar seres vivos, desde una bacteria hasta una reina de la belleza. Básicamente carbono, hidrógeno, oxígeno, nitrógeno, fósforo y otros más. Y estos elementos son muy comunes en el universo”.
Horacio Cano Camacho
Hace unos días vi en redes un video tomado de algún canal de televisión en donde la presentadora da cuenta de que “descubrieron vida en Venus, nuestro planeta hermano”; en otro canal, otra presentadora incluso nos advierte que tal vez estos seres venusinos sean malolientes como ciertos bichos de un lugar sucio. Pensé que seguramente por estos días después de ver estas notas, ya estaríamos de manteles largos para recibir a nuestros primos venusinos o por lo menos ya podíamos decir que “según la ciencia”, es muy probable que en un planeta achicharrado por el efecto invernadero “pudiera” haber algún tipo de sistema complejo que pueda clasificarse como vivo… Pero la cosa no es tan fácil. Aún no hay evidencia para lanzarse a dar un anuncio como ese.
Veamos. Si alguien descubre que en una luna de Júpiter o de Saturno hay alanina, eso significa que… hay alanina. Una cosa muy diferente es responder a la pregunta ¿cómo llegó o de dónde surgió ese compuesto en tan extraño lugar? Si todo indica que hay alanina (en mi ejemplo), este descubrimiento tendría sin duda, los elementos de una noticia científica importante. En ciencia, el valor de una hipótesis se mide por la capacidad de esta, de generar nuevas preguntas e hipótesis y desde luego, una noticia como la que cuento lo sería. La alanina es un aminoácido que forma parte de las proteínas y se sintetiza por procesos bioquímicos muy bien conocidos… en la Tierra. La tentación de sacar los manteles y convocar a ruedas de prensa con el anuncio del descubrimiento de “vida” por aquellos lugares es muy tentadora para los medios (malamente), pero no para la ciencia.
Verá usted. Definir la vida es muy complicado. Nosotros la imaginamos a partir de nuestra propia experiencia, que por ahora se limita a la vida en la tierra. De manera que buscamos indicios de ella en el universo. Pero no se trata de ir y tomar muestras. La basta mayoría de los lugares donde puede estar son muy lejanos y por ahora imposibles de alcanzar físicamente. Pero podemos buscar a través de medios indirectos. A estas evidencias les llamamos biomarcadores y no se crea que es cosa de buscar de qué estamos hechos para luego lanzarnos a encontrar estos componentes por allí.
Un marcador de esos debe poder ser detectado con la tecnología disponible; debe poder diferenciarse claramente de otros compuestos (no prestarse a confusión) y sin lugar a duda, no producirse por mecanismos no orgánicos, es decir, fuera de una reacción bioquímica que implica información, energía y reacciones ligadas a los procesos biológicos. Y en mi ejemplo, la alanina no es un marcador de este tipo, puesto que se sintetiza por procesos inorgánicos a partir del amoniaco y otros compuestos presentes fuera de la Tierra. Guarden sus manteles.
Podemos buscar los ladrillos más chiquitos para fabricar seres vivos, desde una bacteria hasta una reina de la belleza. Básicamente carbono, hidrógeno, oxígeno, nitrógeno, fósforo y otros más. Y estos elementos son muy comunes en el universo. El problema es cómo se mezclen u organicen para formar la vida, de manera que aún cuando es importante encontrarlos, su presencia no indica vida ni mucho menos. Y así, han ido cayendo otros marcadores que al principio parecían ideales, como el metano.
Todo esto vienen a cuento por un artículo publicado en Nature Astronomy la semana pasada que reporta la identificación de fosfano (PH3) en la atmósfera de Venus. Los autores proponen a esta sustancia como un biomarcador importante, ya que al parecer no existe ningún medio abiótico que explique la formación de este compuesto en la atmósfera de este planeta. Y aquí me parece que es importante que quede claro: no descubrieron ningún ser vivo, ni una simple bacteria ni mucho menos un venusino chocarrero. Por medios indirectos, encuentran en las nubes de Venus, concentraciones de un compuesto que son difíciles de explicar, si no es por un aporte continuo que hace pensar en un proceso biológico. ¿Nota la diferencia?
En Venus, la evidencia actual indica que hay fosfano en la atmósfera, ni más ni menos. Cómo llegó allí y cómo se logran mantener las concentraciones encontradas, son otras preguntas que es muy interesante responder. ¿El fosfano es un biomarcador? Eso está aun por demostrarse. Apenas se publicó el artículo y ya hay montones de aguafiestas presentando evidencias de que no, que tal compuesto se forma también por reacciones abióticas y más, que en las condiciones de la atmósfera de tal planeta se puede explicar su presencia por la química inorgánica. No se asuste, este es el proceso de la ciencia. El artículo se publicó para inducir el debate científico y si logra sobrevivir a las diferentes pruebas que otros científicos le pongan, será una noticia fundamental. Por lo pronto ya se están proponiendo misiones para tomar muestras directamente in situ; experimentos que lo descarten como biomarcadores, o por el contrario que lo confirmen.
Esto es algo muy atractivo de la ciencia, la capacidad de discutir sobre evidencias y aceptar o descartar una hipótesis, por atractiva e importante que parezca. Y nada tienen que ver con lo que los noticiarios nos quieren presentar como verdades que solo existen en sus cabezas.
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