“Hay millones y millones de estos bichos en nosotros, y exhiben un comportamiento muy dinámico, los que tenemos desde el nacimiento, se recambian en varias etapas de la vida, además de que responden a la dieta, la salud, hasta la condición anímica de nosotros (su transporte). Ahora sabemos que esta constelación de microrganismos es inseparable e imprescindible para nosotros”.

 

Horacio Cano Camacho

Ya hemos hablado en Cienciario de que la especie humana es, en muchos sentidos, el resultado de la interacción con un grupo gigantesco de pasajeros que, desde el nacimiento, adquirimos, mantenemos y recambiamos constantemente. Estos pasajeros son desde comensales, parásitos, patógenos, hasta simbiontes. Se encuentran en la piel, el tracto gastrointestinal, desde la boca hasta la salida, el tracto respiratorio y salvo los ojos y cerebro, prácticamente en todos nosotros. Destacan los microorganismos, que en conjunto reciben el nombre de microbioma.

Hay millones y millones de estos bichos en nosotros, y exhiben un comportamiento muy dinámico, los que tenemos desde el nacimiento, se recambian en varias etapas de la vida, además de que responden a la dieta, la salud, hasta la condición anímica de nosotros (su transporte). Ahora sabemos que esta constelación de microorganismos es inseparable e imprescindible para nosotros.

Una pregunta constante que aparece ante la dimensión del microbioma es, ¿qué hacen allí? ¿tienen alguna función o juegan algún papel? El estudio de las comunidades microbianas, y sus genes, además de las interacciones entre los microorganismos y el cuerpo humano, en particular en el intestino, está experimentando un desarrollo espectacular y se espera que revolucione muchos aspectos de la medicina. Y si bien hay indicios de la participación del microbioma en la salud, como la diabetes, el cáncer, la asimilación de nutrientes, la obesidad y otros problemas metabólicos, y un largo etcétera, hay que tomar con cautela la información y evitar caer presas de la charlatanería y la inferencia no fundamentada. Ya hay productos y “terapias” que ofrecen milagros manipulando (eso dicen) estas comunidades, lo cual resulta peligroso y en términos generales, un engaño.

Lo que si es un hecho, son las asociaciones que están apareciendo entre el microbioma y ciertas condiciones de salud, lo que dista mucho de conclusiones contundentes. Aún estamos en espera de una buena síntesis de estos conocimientos, es decir, del surgimiento de una teoría unificada sobre el significado real del microbioma y su papel en la evolución y la salud de nuestra especie. Mientras, vamos revisando las noticias que llegan a diario de este frente científico.

La revista Cell Host & Microbe publicó hace unos días el hallazgo de que varios microbios del intestino son capaces de degradar testosterona, fenómeno ligado a la depresión en hombres (https://doi.org/10.1016/j.chom.2022.01.001). Resulta que un grupo de científicos de la Universidad de Wuhan, en Hubei, China, encontraron en muestras de heces fecales de pacientes deficientes en testosterona, la bacteria Mycobacterium neoaurum, una microbio capaz de degradar esta hormona. Estos pacientes presentaban también un cuadro de depresión…

Las bacterias encontradas mostraron poseer una enzima, la 3ß-Hydroxysteroide dehydrogenasa (3ß-HSD), capas de degradas a la testosterona. En un enfoque experimental, cuando la bacteria se le aplicó a ratas normales, se observó la disminución de los niveles de testosterona, comparados con las ratas alimentadas con una bacteria incapaz de expresar la enzima. Las ratas con menos testosterona, presentaron además un cuadro de depresión muy evidente, lo cual sugiere que pueda existir una relación causal entre el microbioma y ciertos tipos de depresión.

Mire usted, pacientes con depresión presentan cantidades altas de una bacteria específica en sus heces, por lo tanto, en su intestino. Esta bacteria puede degradar in vitro a la testosterona. Este tipo de bacteria está ausente o en una proporción menor en personas que no presentan depresión. Sin embargo, no podemos darle a personas sanas la bacteria (eso sería antiético), de manera que buscamos argumentos indirectos. Es decir, se les da a un grupo de animales de experimentación, quienes muestran, luego del tratamiento, niveles bajos de la hormona y alta actividad de la enzima, conectada con cuadro de depresión.

Un aspecto interesantes es determinar si los humanos deprimidos tienen actividad alta de la enzima, comparados con controles “no deprimidos”. Y si… la enzima 3ß-Hydroxysteroide dehydrogenasa está presente en niveles altos en pacientes con depresión (42.99%) comparada con un 16.67% en pacientes sanos. Ojo con este resultado, que muestra que no todos los casos de depresión deben tener la misma causa ni explicarse por un único fenómeno…

Ya se sabía que las deficiencias de testosterona pueden estar asociadas a cuadros de depresión en humanos, pero esta deficiencia puede tener causas múltiples y no bien comprendidas aún. En la publicación, los investigadores reportan que aislaron el gen de la 3ß-HSD de la bacteria de las heces y lo introdujeron en la bacteria Escherichia coli (un bicho neutro en este caso) para descartar otros factores presentes en la bacteria original y probaron que E. coli desarrolla la habilidad de destruir la testosterona y replica el efecto inductor de depresión de la bacteria intestinal en ratas de laboratorio.

Estos resultados sugieren una asociación entre la degradación de la testosterona debida a la presencia de unas bacterias específicas en el intestino y ciertos tipos de depresión, pero aún faltan más estudios. Por lo pronto, debemos determinar cómo llegó esa bacteria al intestino, cómo podemos alterar sus poblaciones o qué factores la alteran y si el gen degradador de la testosterona no está presente en el genoma humano mismo o en otras bacterias. Por lo pronto, es seguro que el microbioma seguirá dando de que hablar, comer  e investigar…


Originario de un pueblo del Bajío michoacano, toda mi formación profesional, desde la primaria hasta el doctorado la he realizado gracias a la educación pública. No hice kínder, por que en mi pueblo no existía. Ahora soy Profesor-Investigador de la Universidad Michoacana desde hace mucho, en el área de biotecnología y biología molecular… Además de esa labor, por la que me pagan, me interesa mucho la divulgación de la ciencia o como algunos le dicen, la comunicación pública de la ciencia. Soy el jefe del Departamento de Comunicación de la Ciencia en la misma universidad y editor de la revista Saber Más y dedico buena parte de mi tiempo a ese esfuerzo.