“Los más estudiados de estos seres de nuestro microbioma son las bacterias, sobre todo a raíz de que se ha descubierto que pueden jugar papeles importantes en nuestra salud y enfermedad. Entonces, por microbioma entendemos las comunidades de microorganismos que colonizan nuestro cuerpo, aunque hay que decir, que estas comunidades son muy abundantes en todos lados, incluyendo el suelo, el agua, incluso el aire”.
Horacio Cano Camacho
La metagenómica es una palabra compuesta: meta implica muchos y genómica es la obtención del genoma (la secuencia) de un organismo. Entonces metagenómica se refiere al estudio de las comunidades de microorganismos en el que no podemos (o resulta muy complicado), separar uno de otro por las técnicas clásicas de cultivo en gelatinas nutritivas. Es el caso de las comunidades de organismos que viven sobre nosotros o dentro de nosotros.
Y la metagenómica ha permitido descubrir y describir un universo dentro (o encima) de nosotros. Ya hemos platicado en Cienciario que en nuestro organismo habitan millones de otros seres vivos. En ocasiones establecen relaciones no muy buenas, por ejemplo, son parásitos o patógenos. También hay comensales y simbiontes, es decir, que comen algo de nuestros nutrientes, pero sin causar daño o que incluso proporcionan y obtienen beneficio de esa relación.
Comunidades de este tipo podemos encontrar en la piel, los vasos sanguíneos, los pulmones, el tracto genital, prácticamente en todos lados, y las más conocidas y abundantes están en el tracto digestivo. Se le solía decir flora intestinal, porque no sabíamos dónde ubicarlos, ahora sabemos que son grupo muy variados que incluye bacterias, arqueas, micoplasmas (una suerte de bacterias que carecen de pared celular), virus, hongos, nematodos (lombrices, la mayoría microscópicas) y protozoos, entre otros. Estos tres últimos grupos son eucariotas más complejos que las bacterias y en ocasiones por esta razón se les excluye, malamente.
Los más estudiados de estos seres de nuestro microbioma son las bacterias, sobre todo a raíz de que se ha descubierto que pueden jugar papeles importantes en nuestra salud y enfermedad. Entonces, por microbioma entendemos las comunidades de microorganismos que colonizan nuestro cuerpo, aunque hay que decir, que estas comunidades son muy abundantes en todos lados, incluyendo el suelo, el agua, incluso el aire.
Y el microbioma también es muy dinámico, cambia con la edad, el grupo humano, factores individuales y desde luego, con la alimentación. El microbioma ha evolucionado junto a la humanidad y ha seguido derroteros que se pueden localizar en cambios en el estilo de vida humana. Por ejemplo, el microbioma de los primeros humanos (cazadores, carroñeros y recolectores), claramente se alteró con la invención de la agricultura. Los hábitos y frecuencia alimenticia cambiaron con la agricultura y ganadería, y las comunidades microbianas le siguieron el ritmo. Muchas especies se perdieron, otras fueron sustituidas por nuevas. De la mayoría no hay rastro alguno.
Este tipo de cambio lo podemos ver con relativa facilidad en el ganado. El cambio de un pienso de granos a uno de hojas y plantas frescas o a rastrojo, por ejemplo, provoca cambios drásticos en las comunidades. Incluso se ha visto, que la abundancia de un grupo, por ejemplo, bacterias, disminuye cuando se proporciona material fibroso y seco, mientras que las comunidades de hongos crecen y se diversifican. Esto lo podemos entender si estudiamos las capacidades digestivas de cada grupo. Los hongos son muy eficientes para digerir lignocelulosa, el material principal de los rastrojos.
Esto mismo lo podemos ver en humanos, incluso podemos encontrar variaciones muy importantes entre las comunidades microbianas de personas en las ciudades contra personas de las zonas rurales, y ello tiene o parece tener una correlación interesante con lo que parece afectar al microbioma. La pregunta ahora es ¿Cuáles son o pueden ser las consecuencias para nuestra salud o homeostasis de estos cambios? Sabemos que el microbioma, en particular las bacterias que son las mejor estudiadas, juega papeles muy interesantes en la modulación de la respuesta inmune, la regulación del metabolismo de azúcares y grasas y la producción de neurotransmisores, entre otras, de manera que es muy importante saber cómo los cambios en la dieta alteran estos procesos.
Hay bastante información disponible para asumir que el microbioma es de gran importancia, sin embargo, aún está bajo investigación, por lo que hay que tener cuidado con los procedimientos “temerarios” y “milagrosos” que se ofrecen ya para “curar” el microbioma: dietas de cavernícola, comer solo lo que caiga de los árboles al suelo, trasplantes de popo, lavativas de vinagre y un abanico muy amplio de soluciones milagro para curar el cáncer, el Alzheimer, la diabetes, la obesidad, etcétera que ya están ofreciéndose. Los comerciantes extraen conclusiones precipitadas y sin mayor sustento y las revisten de los nuevos términos, pero hay que conservar el escepticismo, no hacerlo puede ser muy peligroso.
Sin duda hay que seguir explorando el microbioma, pero por ahora estamos lejos de ofrecer soluciones simples a problemas de salud muy complejos… ¿debemos disminuir o eliminar el consumo de alimentos ultraprocesados? Sin duda, no solo por el microbioma, sabemos que tienen efectos directos nocivos sobre nuestra salud, ¿debemos aumentar el consumo de fibra vegetal y disminuir el de azúcares simples y grasas animales? También, eso se conoce ya muy bien. Debemos tener una dieta más equilibrada y cercana a lo que solíamos comer en la cocina tradicional, mientras le damos tiempo a la ecología, neuroecología, metabolómica y demás disciplinas que está estudiando el microbioma.
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