“La cafeína es un alcaloide, tal como la estricnina, o la morfina, la nicotina, la cocaína, la atropina y un muy largo etcétera. En realidad, se conocen más de 12 mil de estos compuestos, la mayoría producidos por plantas, aunque se han identificado en gasterópodos (caracolas) e insectos, desconociéndose si estos los sintetizan desde el inicio o solo transforman algo que se comieron previamente.”
Horacio Cano Camacho
Estoy a punto de tomar mi café de la mañana. Es una rutina que ya tiene muchos años. Yo peso, muelo y cuelo mis propios granos de este producto, y así lo disfruto más. Pero si no lo tomo, no pasa nada. No soy de los que dicen que para “arrancar” es indispensable su taza de esta bebida.
Por ahí leí que el Poeta Johann Wolfgang Von Goethe tomaba 20 tazas de café recién molido y colado al día. Y vaya que tenia un problema muy serio, de hecho; él creía que el café, como vemos su bebida favorita, contenía alguna especie de sustancia maligna, culpable de que no pudiera dormir y de su mal genio…
Pero fue Goethe quien estimuló a Friedrich Ferdinand Runge, joven médico y químico alemán, para que investigara el origen de sus desvelos y así, este último, a sus 24 años, descubrió la cafeína y demostró que era esta sustancia blanquecina, inodora y muy amarga, el estimulante contenido en los granos de café que le regaló el poeta.
La cafeína es un alcaloide, tal como la estricnina, o la morfina, la nicotina, la cocaína, la atropina y un muy largo etcétera. En realidad, se conocen más de 12 mil de estos compuestos, la mayoría producidos por plantas, aunque se han identificado en gasterópodos (caracolas) e insectos, desconociéndose si estos los sintetizan desde el inicio o solo transforman algo que se comieron previamente.
Como humanidad tenemos una relación muy antigua con los alcaloides. Se conoce que por allá en el 1200 antes de nuestra era, en las culturas del Mediterráneo ya se usaba el Opium para “dar valor” a los combatientes”. En la India, mil años antes de nuestra era, se usaba la rawolfia para la presión arterial alta (para sus efectos, pues se desconocía el sistema circulatorio). También sabemos que, en el antiguo Egipto, se usaba el alcaloide atropina para dilatar las pupilas y que las mujeres lucieran “más guapas”. En la América precolombina ya usaban muchos alcaloides, como el peyote (mezcalina), la hoja de coca (cocaína), el chocolate (teobromina), el curare (d-tubocuranina), el tabaco (nicotina).
Fue otro químico alemán, Carl Meissner, en 1819, quien los aisló como grupo y les dio el nombre de alcaloides, derivado del árabe al-qali, o la planta de la soda (Salsola soda). Se definen como un grupo de compuestos farmacológicamente activos que contienen nitrógeno y si bien, tenerlos identificados en un solo grupo, no debe perdernos de que en realidad estos presentan una diversidad muy grande. La mayoría de ellos contienen nitrógeno que deriva de aminoácidos, aunque hay muchas excepciones.
Independiente de la función que les encontremos, nos plantea la duda de qué es lo que hacen en las plantas por qué o para qué esa diversidad.
Regresemos al caso del café. La cafeína evidentemente debe desempeñar un papel biológico en la planta, el asunto es cuál es. La mayoría de los alcaloides presentan una gran toxicidad contra las células, incluyendo las de la propia planta, que las produce y acumula solo cuando es atacada por patógenos o por herbívoros.
De hecho, la cafeína funciona como un disuasorio para evitar que la planta, en particular, los frutos, sean comidos por los herbívoros no adecuados a los que les es tóxica. Pero otros animales son atraídos precisamente por esta sustancia y al comerse los frutos dispersan la semilla en su tracto digestivo, permitiendo a la planta llegar a nuevos espacios.
La leyenda cuenta que así descubrimos el café. En la región de la actual Etiopia, de donde es originaria la planta (Coffea arabica), un pastor llamado Kaldi observó que sus cabras al comer esos frutos corrían como locas y se daban de topes, tal como “cabras locas”. Pero las cabras comían una y otra vez esos frutos rojos. Al parecer, las cabras del pastor no dormían por la noche y se la pasaban muy activas al día siguiente, lo que animó a Kaldi a probar él mismo las bayas, pero las encontró muy amargas. Por algún accidente, estas fueron desechadas en el fuego en un monasterio cercano a donde las llevó y así, por “accidente”, se descubrió el método de mejorar el sabor y las cualidades de lo que embrujó a las cabras, hombres y monjes. Probablemente está historia sea falsa, pero como esa región era punto de encuentro con varias culturas, los árabes conocieron el café y lo llevaron al mundo entero.
El asunto es que la cafeína logró con nosotros su propósito aleloquímico, puesto que dispersamos la planta del café por buena parte del mundo. Este compuesto derivado de la xantina es producido por varias especies, además del café, como el té (Camellia sinensis), cacao (Theobroma cacao), hieba mate (Ilex paraguarensis), que por cierto, tienen más cafeina que el café.
Aunque el efecto de la cafeína no está debidamente estudiado, se sabe que en los infantes, al no tener completo el desarrollo del hígado, donde se encuentra las enzimas que la metabolizan, presentan una extendida vida media de la cafeína (>100 h). El ejercicio incrementa la velocidad de eliminación, mientras el alcohol y la obesidad reducen la expresión.
Como antagonista endógeno de los receptores de la adenosina, la cafeína causa vasoconstricción y aumenta la presión arterial. Otros efectos adversos a corto plazo y desagradables son las palpitaciones, los trastornos gastrointestinales, ansiedad, temblores e insomnio. En casos raros, la ingestión de cafeína puede conducir a arritmias. Estos efectos no están asociados al consumo crónico de cafeína, sino más bien con aumentos agudos en las concentraciones plasmáticas de la droga.
El café hervido contienen también lípidos (cafestol y kaweol) que aumentan los niveles de colesterol, por lo que no hay que dejar nunca que hierva el agua con el polvo…
La cafeína también puede ser potencialmente benéfica para la salud humana, ya que aumenta los niveles extracelulares de acetilcolina y serotonina, sugiriendo que el uso de cafeína puede reducir la disminución cognitiva relacionada con la edad.
La cafeína también mejora el desempeño de las tareas que requieren la memoria verbal y la velocidad de procesamiento de la información, y tiene un efecto positivo en el humor a dosis bajas.
Así que ya me estoy preguntando, cuánto de este artículo fue producto de mi taza de café mañanera…
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