Un escenario insospechado por desconocido, más no inexistente, nos enfrenta hoy en el contexto de la COVID-19 a regular conductas sociales presuntamente incómodas y que son de suma trascendencia, como se explica en este artículo que bien remata con “si tiene alguna duda de este u otro tema, acérquese con su biólogo de confianza”.
David Tafolla Venegas
“Lo bueno dentro de lo malo”, dice la gente para referirse a que en situaciones no muy favorables, siempre habrá algo bueno, útil o incluso hasta ventajoso que se pueda obtener.
Revisando las redes sociales me encontré con un comentario: “estoy harto del uso del cubrebocas, quisiera que todo esto ya termine”. Evidentemente se refiere a la situación causada por la pandemia; ese comentario me hizo reflexionar, cierto que el uso prolongado del cubrebocas no es muy cómodo, pero sí es algo sumamente beneficioso que, aunque pase la pandemia, el uso de este indumento en la calle no lo deberíamos de dejar pasar, tampoco el gel antibacterial ni volvernos a saludar, al menos no en la forma tradicional. Explico a continuación el porqué.
La enfermedad COVID-19 es lo que ha llenado nuestro día a día, pero esto no quiere decir que sea un virus nuevo ni que sea el causante de la única pandemia. Este virus lleva existiendo en la naturaleza desde hace muchísimo tiempo, que recién los humanos nos lo hayamos “topado” es diferente; y es una enfermedad más de otras muchas que actualmente están causando pandemias desde hace décadas, enfermando a millones de personas y causando muerte, pero ¿por qué nadie habla de las otras pandemias?
En epidemiología existen términos que designan a las enfermedades para entender su peligrosidad, por así decirlo. Dentro de esos términos existen tres básicos: “la morbilidad”, que es la capacidad de un agente infeccioso de causar enfermedad (llámese virus, bacteria, hongo, parásito o lo que sea que cause la enfermedad); “la virulencia”, la capacidad de ese agente infeccioso para contagiarse de persona a persona (o de animal a persona), y “la mortalidad”, la capacidad del agente infeccioso para causar la muerte. Lo que vemos con la COVID-19 es que tiene una alta virulencia, alta morbilidad pero baja mortalidad, quiere decir que se contagia fácil, te enferma fácil pero los porcentajes de muertes siguen siendo bajos y más bajos aún comparados con otras enfermedades. Sin embargo, es debido a esos dos factores altos que se dispersó con mucha facilidad por el mundo y eso llamó la atención y puso las alarmas sanitarias en rojo en todos los países.
Caso diferente es el VIH/SIDA (Virus de Inmunodeficiencia Humana/Síndrome de Inmuno Deficiencia Adquirida), hoy en día es un virus que tiene de baja a moderada mortalidad (aunque más todavía que el causante de la COVID-19), baja virulencia ya que su forma de contagio, casi, es exclusivamente sexual pero, alta morbilidad; si adquieres VIH es muy probable que desarrolles el SIDA y nadie, o casi nadie, habla hoy en día de esta OTRA PANDEMIA que viene asolando a la humanidad desde hace décadas. Como ésta, hay otros cientos de pandemias más que son completamente ignoradas.
Por todo esto que les platico es, precisamente, que me parece fabuloso el seguir usando de por vida todas las medidas que implican la sana distancia establecida a causa de la contingencia sanitaria actual. Verán: a través de la nariz y boca hay miles de agentes infecciosos diferentes que podemos adquirir, todos los virus causantes de las influenzas (gripas), pólenes, polvo y contaminación que desarrollan tantos cuadros asmáticos (solo por mencionar algunos) y con el uso del cubrebocas prácticamente se evitan.
El uso cotidiano de gel antibacterial en manos te ahorra infecciones por bacterias, parásitos, hongos y más virus (recuerdo cuando era pequeño que mi madre me decía, después de haber agarrado dinero: lávate las manos porque no sabes si la persona que agarró antes el dinero fue al baño y no se lavó las manos, y pues yo traumadísimo corría a asearme mis manitas; cuánta razón había ahí).
El saludo de beso y mano, es más o menos lo mismo que recién comento; no sabemos, con seguridad, donde estuvo esa mano o esa boca con la que nos estamos saludando; por ende, es más higiénico saludarnos chocando los puños cerrados (y aquí sí me van a crucificar, pero solo es por evidenciar lo que antes no era tan perceptible, en las fiestas de cumpleaños, que el cumpleañero sople las velitas del pastel y luego todos comer de ese pastel con babas que contienen miles y miles de virus y bacterias ¡qué horror!, pero la verdad ni lo pensábamos y ahora sí).
Entonces, para terminar, es gracias a esta pandemia de moda (¡qué ironía!) que, al estarnos cuidando, al mismo tiempo estamos adquiriendo muy buenos hábitos higiénicos que evitan que nos enfermemos de otras enfermedades, de otras pandemias ignoradas por completo.
Querido lector, no vea las medidas sanitarias como una imposición, como algo que habremos de dejar un día, los buenos hábitos son, precisamente, “buenos” en cualquier lugar y en cualquier época. Si tiene alguna duda de este u otro tema, acérquese con su biólogo de confianza.
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Fotografía: Pedro Dau | Unsplash.
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Profesor en la facultad de Biología de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Coordinador del laboratorio de investigaciones en Parasitología de la facultad de Biología. Me dedico a investigar la biodiversidad de parásitos en fauna silvestre con especial interés en parásitos de fauna marina en el Pacífico Oriental Tropical y el mar Caribe. |