“En todos los seres vivos que construyen órganos y tejidos especializados se necesita una manera de convertir el óvulo fecundado en una variedad de células diferenciadas (pelo, uñas, tendones, glándulas, hueso, piel, neuronas, etc.). La diferencia entre cada tipo celular es el programa genético que expresan. Tenemos el mismo contenido de genes en cada célula, pero no se expresa todo, sino de manera diferencial dependiendo de la función de cada célula”.
Horacio Cano Camacho
Después de muchos meses, volví al supermercado. Ya me había acostumbrado a pedir “hasta el mandado” por teléfono, en varios de esos negocios que surten a domicilio hasta la lechuga. El caso es que caminando por los pasillos me encontré con un producto que llamó mi atención de inmediato: un champú de “células madre vegetales”. Imaginé que en algún laboratorio se cortaba los meristemos de millones de plantas (la punta de tallos, ramas y la base de estas) que son las únicas zonas que tienen un puñado de células indiferenciadas y con capacidad para dividirse. Luego las mezclaban con detergentes, abrillantadores, ablandadores de agua y todo lo demás que lleva un champú y con lo cual indudablemente las mataban, si es que aún quedaba una sola célula viva y nos lo vendían en miles o millones de frascos…
El asunto es que creyéndoles por un momento que ese mejunje contiene células meristemáticas, ¿para qué nos sirve? La respuesta es: para nada. Pero la etiqueta contiene un término que promete ventas, células madre.
En los animales, a las pocas horas de la fecundación comienza la expresión del genoma del embrión. El óvulo fecundado se divide y genera dos células (o blastómeros), cada una con 46 cromosomas (el óvulo y el espermatozoide contienen la mitad, así la descendencia hereda un copia de cada progenitor). Cada blastómero tiene potencialidad para originar un ser humano completo (de aquí surgen los gemelos idénticos). Se va dividiendo sucesivamente por mitosis de dos en dos (2, 4, 8, 16, 32, 64…). Al cabo de tres días, el embrión está lleno de células y parece una zarzamora. Al cuarto día, el embrión crece y se produce una cavidad (blastocisto). En el blastocisto aparecen tipos celulares destinados a funciones específicas. La masa celular interna del blastocisto posee las células troncales (células madre), que son células pluripotenciales con capacidad de producir cada una de las células de los diferentes tejidos propios del embrión humano.
En todos los seres vivos que construyen órganos y tejidos especializados se necesita una manera de convertir el óvulo fecundado en una variedad de células diferenciadas (pelo, uñas, tendones, glándulas, hueso, piel, neuronas, etc.). La diferencia entre cada tipo celular es el programa genético que expresan. Tenemos el mismo contenido de genes en cada célula, pero no se expresa todo, sino de manera diferencial dependiendo de la función de cada célula.
Las células madre conservan la capacidad de expresar cualquier combinación de genes y diferenciarse en un tipo celular especializado o permanecer indefinidamente indiferenciadas. Son las condiciones ambientales, nutrientes y señales, las que les permiten seguir creciendo indefinidamente “indiferenciadas” o, por el contrario, comenzar a convertirse en un tipo específico cuando se requiera y esto las hace muy importantes para nuestro desarrollo. Por ejemplo, en la médula ósea, las células madre se convierten en “glóbulos blancos” (leucocitos) circulantes, glóbulos rojos (eritrocitos) y plaquetas, y de esta manera fabricamos sangre.
Sería muy interesante contar con células madre que pudiésemos reprogramar a voluntad, con distintos propósitos médicos. De hecho, las pluripotentes pueden extraerse de embriones tempranos, antes de su implantación en el útero, sin embargo, esto plantea problemas éticos muy serios. Podemos “tomarlas” de botones de células tallo que hay en varias zonas del cuerpo, sin embargo, esto también es muy complejo. Otra alternativa es “desdiferenciar” células adultas, es decir, hacer que estas “olviden” su función o apaguen su programa genético y regresen a la condición pluripotente para luego, encender otro programa a voluntad.
El nacimiento de Dolly, la famosa oveja clonada, demostró que las células adultas mantienen el potencial de reprogramarse y -en este caso- producir un individuo adulto completo y funcional, sin embargo, lograr que se reproduzcan una vez que retornaron a su condición troncal y luego se conviertan en un órgano especializado ha resultado muy complejo. ¿Cómo apagamos el paquete de genes que le da la especialización de células de la mucosa epitelial, por ejemplo, y una vez realizado esto, ahora que se conviertan, por activación de un nuevo programa de expresión de genes, en cardiócitos o células cardiacas y de aquí a moldear un corazón, esto aún está muy lejos de lograrse, sin embargo, es una cuestión técnica, de combinación de condiciones ambientales, señales específicas y nutrientes… Una vez que se logre, podremos tener reemplazo para cualquier cosa que necesitamos sustituir o reparar en el cuerpo.
A pesar de que se han tenido avances espectaculares en el laboratorio, estamos muy lejos de aplicarlo en la terapia médica y muchas veces se avanza sometidos al azar. Por este motivo tenga cuidado con quien ahora le ofrezca este tipo de terapias, es casi seguro un fraude…
Entender los mecanismos que regulan la pluripotencia y el desarrollo de las células madre es una de las áreas de mayor interés en la investigación biomédica y biotecnológica y cada vez tenemos más conocimientos y herramientas para lograrlo, pero, como lo dije antes, todavía nos falta y mucho menos estamos en posibilidades de vender cremas y champús de células madre y si son de origen vegetal hace aún más terrible el fraude que se comete, eso es un absurdo, así que cuídese.
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