“Los virus mutan, es decir, sufren cambios en su información. Esa es su naturaleza, como lo es de todos los demás entes biológicos, usted, yo, una abeja, una orquídea, un hongo. La mutación es un mecanismo de la evolución de la vida.”

 

Horacio Cano Camacho

La palabra mutación significa cambio, sin embargo, los mutantes, aquellos que cambian, entre nosotros tienen más una connotación peyorativa o de plano, maligna. La cultura popular ha asumido el término como sinónimo de algo perverso, dañino, terrorífico. De manera que cuando nos dicen que se encontraron variantes (mutantes) del virus Sars-CoV2, de inmediato saltan las alarmas. Es cierto que quien nos lo cuenta, los periódicos y medios noticiosos, no contextualizan nada y terminan asustando (aun más) a la población o eso pensamos algunos y asustar no sirve de mucho.

Los virus mutan, es decir, sufren cambios en su información. Esa es su naturaleza, como lo es de todos los demás entes biológicos, usted, yo, una abeja, una orquídea, un hongo. La mutación es un mecanismo de la evolución de la vida. En Cienciario hemos discutido si los virus son seres vivos y yo sostengo que sí. Claro, depende de la definición de vida que tomemos. Una definición que me gusta mucho es aquella que nos dice que la vida es “un sistema químico autosostenible capaz de evolución darwiniana” y yo le añado, es la conjunción de información y energía. Y claro, las mutaciones son cambios en la información y en la información química…

El núcleo de la información que posibilita la vida son los ácidos nucleícos, el ADN y el ARN, y recordemos que un grupo muy amplio de virus, de hecho algunos de los más dañinos para nosotros, están basados en ARN y esto tienen implicaciones muy fuertes para el propósito que platicamos hoy. Estos ácidos nucleicos son largas cadenas de elementos más pequeños que se unen para formar un polímero, es decir, una macromolécula resultante de la conjunción de unidades repetitivas más pequeñas y en el caso que nos ocupa, los nucleótidos.

En el ADN estas unidades repetitivas son cuatro nucleótidos que nosotros identificamos por su inicial, adenina (A), timina (T), citocina (C) y guanida (G) y en el ARN la timina se cambia por uracilo (U). ¿Cuántos de estos nucleotidos forman el ADN o el ARN? Esto es característico de cada especie, pero pueden ir de unos miles, como en los virus (alrededor de 30,000 en el caso del ARN del Sars-CoV2), hasta más de tres mil millones en el caso de ADN humano.

La información que porta el genoma está determinada por la secuencia de esas cuatro letras y si bien ATGTAACGT y TTGAATACG está hechas de lo mismo, el orden determina que poseen información distinta. Para facilitar la explicación, pensemos en el alfabeto español. Este posee 27 letras, pero estarán de acuerdo conmigo en que MENSAJES, MASAJES y PASAJES aunque tienen aproximadamente las mismas letras poseen información distinta, es decir, en la información, el orden importa mucho. Ahora pensemos que estamos escribiendo una carta oficial y por error de dedo, distracción o lo que sea, escribimos: Todo lo que deseo es darte un masaje, cuando lo que pretendiamos escribir era, todo lo que deseo es darte un mensaje… ese pequeño cambio transforma el sentido de la oración.

Esa es la naturaleza de las mutaciones. El ADN y el ARN son las únicas moléculas en el universo conocido capaces de autoreplicarse, es decir, copiarse a sí mismas para pasar de una generación a otra. Pero no lo hacen solas sino a través de proteínas llamadas polimerasas, codificadas por el mismo genoma.

La replicación (la copia) del ADN es un evento muy cuidado, puesto que de su permanencia y exactitud de copia depende la continuidad de un organismo o una especie y existen mecanismos para corregir los errores, es decir, editar y corregir.

Regresando al ejemplo, mientras escribimos Todo lo que deseo es darte un masaje, el sistema detecta el error y corrige, de manera que al final de la copia, queda el mensaje correcto, Todo lo que deseo es darte un mensaje. Por supuesto, en genomas con millones de letras, muchos errores se cuelan y no se detectan, otros se producen por el efecto de agentes externos que provocan un incremento de los errores o daños en el ADN, como la radiación, el tabaco, el dioxido de cloro o la luz UV, pero esas mutaciones pueden llegar a producir enfermedades o defectos serios. Aunque debemos decir que la mayoría de las mutaciones espontáneas son neutrales, ni dañan ni benefician o sus efectos ni se notan.

El ARN es distinto, la polimerasa que lo copia no edita. En un organismo de ADN, como nosotros, se producen errores al transcribir el ADN en ARN, pero son poco relevantes, porque en la siguiente copia se corrigen de manera natural. Los cambios ocurren al azar. Pero en un organismo basado en ARN como este virus maldito, esos errores si revisten gran relevancia y sí además, le añadimos que en horas vemos muchas generaciones de virus descendientes, el asunto se complica. Imaginemos que el virus original tenía este mensaje: me miras y te alocas. Ese virus invade una célula y los virus de la primera generación sufrieron un error y ahora son,  me miras y te tocas, en la siguiente puede ser mi miras y te ocas y así en cada generación.

Podemos preguntar, ¿qué sentido tienen esto? El virus está evolucionando (de manera darwiniana)… y este es un proceso no dirigido, es espontáneo y al azar. El cambio puede ser neutro, dañino para el portador o favorecedor. El SARS-CoV2 tiene una proteína que le permite identificar a las células e infectarlas, la famosa proteína S. Si su gen, es decir su información, se altera y modifica la estructura de S al grado de no poder unirse al receptor de la célula humana, simplemente no la reconoce, no infecta y el virus desaparece… Pero si la mutación, como en la variante británica o sudafricana, le permite reconocer más fácil al receptor, el asunto es que tendremos un virus más efectivo para infectar, no más letal en si mismo, sino más “hábil”. Este se replicará en la célula, hará miles de copias de si mismo y cada una de ellas invadirá más facilmente a las vecinas y así se irá convirtiendo en la variante dominante, porque ese cambio le dio ventajas sobre los otros virus. Esto es inevitable y ocurre en todos los seres vivos en todo momento.

El problema es que los virus se replican a una velocidad vertiginosa y esos cambios pueden acelerarse y no sabemos si para bien o para mal. El asunto es que mientras más personas se infecten, la probabilidad de mutaciones se incrementa y en una de esas pueden salir variantes más contagiosas, más letales o no, surgir variantes más atenuadas, menos dañinas o incluso, incapaces de infectar. De hecho, asi pasó este virus del murcielago al humano, por una mutación favorable al virus al ampliar su rango de huésped y muy desfavorable a nosotros.

El asunto es, ¿vamos a jugar ese juego de azar o nos tomamos en serio los llamados a cuidarnos y cuidar a los demás? Y para esa variación viral da lo mismo un Covid leve que uno muy severo, de manera que hasta los asintomáticos participan incrementando esta ruleta rusa y la ponen a disposición de todos los demás.

Usted decide…


Originario de un pueblo del Bajío michoacano, toda mi formación profesional, desde la primaria hasta el doctorado la he realizado gracias a la educación pública. No hice kínder, por que en mi pueblo no existía. Ahora soy Profesor-Investigador de la Universidad Michoacana desde hace mucho, en el área de biotecnología y biología molecular… Además de esa labor, por la que me pagan, me interesa mucho la divulgación de la ciencia o como algunos le dicen, la comunicación pública de la ciencia. Soy el jefe del Departamento de Comunicación de la Ciencia en la misma universidad y editor de la revista Saber Más y dedico buena parte de mi tiempo a ese esfuerzo.