La emergencia sanitaria por los contagios de coronavirus ubican a las comunidades indígenas en una zona de riesgo, no sólo en México sino en varios países de América Latina, una situación que abordan especialistas y en el que destacan las reacciones de los pueblos originarios.
Raúl López Téllez
A la par de medidas de contención, una organización al interior, resistencia y solidaridad, ha concitado la emergencia sanitaria por la COVID-19 en los pueblos originarios de México y Sudamérica y que ha visibilizado su exclusión oficial de proyectos específicos o planes de prevención, se entrecruza con un desmantelado sistema de salud frente a inversiones millonarias para el Tren Maya en la Península de Yucatán, y donde “lo único que no ha parado para estas comunidades es los atropellos, la invasión de tierras, madereros y narcotraficantes, incendios y asesinatos de líderes que no cesan”.
Este fue el planteamiento coincidente este lunes 24 de agosto, en un panel organizado por el Seminario Universitario de Sociedad, Medio Ambiente e Instituciones (SUSMAI), donde especialistas destacaron que las condiciones de pobreza y marginación a servicios de salud, repercuten en una alta cifra de mortalidad entre las comunidades en el contexto del actual riesgo de contagio, influida además por comorbilidades como diabetes, hipertensión y obesidad.
Esta situación de exclusión en los servicios o “desigualdad estructural”, señaló Leticia Merino, coordinadora del SUSMAI al inicio de la transmisión, es la causa de más efectos por el coronavirus en las comunidades y en las sociedades del continente; “preocupa que América Latina concentre el 64 por ciento de las muertes aunque seamos solo el 13 por ciento de la población mundial”.
La investigadora Sara Cuervo destacó la asignación de 70 mil millones de pesos en el periodo de abril a mayo, gastados en constructoras para la ejecución del arranque del Tren Maya, “cuando los servicios de salud son escasos”. En el caso de la Península de Yucatán, dijo, Quintana Roo es el estado más afectado, con 3 por ciento arriba de contagios de la media nacional, donde zonas de alto turismo como Cancún o Playa del Carmen generan un desplazamiento interno que implica riesgos de transmisión al interior de las comunidades y que impide su completo aislamiento.
Yucatán, dijo, es el estado con mayor número de contagios y decesos de población indígena por la COVID-19; seguido de Oaxaca, Quintana Roo es además “el estado más letal para los indígenas”, donde 1 de cada cuatro contagiados fallece, de acuerdo con cifras que ofreció de la Secretaría de Salud hasta el 26 de julio.
David Kainowitz, presentado como ex consultor de la FAO entre otros cargos y moderador del encuentro, señaló que las comunidades han dejado de percibir ingresos por falta de turismo, al igual que sus productos y artesanías se han quedado sin compradores. Problemas ancestrales no atendidos de acceso a servicios como médicos y agua potable, a falta de información, se constituyen en terreno fértil en estos tiempos de pandemia, a los que sumó factores como la crisis ambiental en la Amazonia, con los incendios que generan un alto índice de enfermedades respiratorias para los pueblos originarios. Señaló que la disyuntiva es “cerrar las comunidades” para evitar contagios, aunque lo estimó difícil, al estar “completamente olvidados” de apoyos para enfrentar la contingencia económica además de la sanitaria.
Cuervo, integrante del Consejo Civil Mexicano por la Silvicultura Sostenible, señaló que entre las comunidades mayas se han generado actitudes para enfrentar la pandemia, desde controlar el acceso, prevención y monitoreo, mapeos para identificar enfermedades ligadas a cuadros críticos de la COVID-19, hasta trueques o intercambios entre familias o entre mujeres para cuidar a los niños o acercar lo necesario a quienes guardan cuarentenas por un integrante afectado. “Las comunidades se están revalorizando con toda esta urgencia de conservar su saber ancestral, de reproducir y mantener su lengua, la milpa como ese espacio que reproduce la vida, las relaciones de intercambio”, dijo.
La contingencia no ha logrado detener la resistencia en la defensa territorial y acciones de defensa que mantienen algunas comunidades en México, a la par de la reivindicación de sus saberes ancestrales, como la herbolaria o la medicina tradicional, además de garantizar su soberanía alimentaria.
Se visibilizó la desigualdad
La quechua Melania Canales Poma, quien dijo que las comunidades andinas y amazónicas en su mayoría han cerrado sus fronteras, destacó que con la COVID-19 “se han visibilizado el racismo y la discriminación que siempre han existido” hacia los pueblos indígenas.
Con la pandemia en las comunidades “se ha podido ver que la pobreza, el hambre, se están acentuando más” además de la contaminación “a la madre Tierra, a nuestros cuerpos”, factores que denominó “brechas de desigualdad que hemos vivido no desde el año pasado ni de este, sino desde que llegaron los colonizadores”.
Los derechos a la salud y a la educación no existen para los indígenas, señaló. “El derecho a la salud se ha privatizado, sólo el que tiene dinero tiene médicos, clínicas”. Un balón de oxígeno, dijo, llega a costar en Perú hasta 2 mil dólares.
En educación, el escenario es similar, “porque muchos niños y jóvenes no tienen acceso a la tecnología, no tienen una computadora, un celular, no hay internet, no hay energía (eléctrica)”.
La transmisión completa se puede seguir en este enlace, https://www.youtube.com/watch?v=Dh4zbiedF94&fbclid=IwAR2Nx037CzC5A5wRtPuH6hcVM5R9EcznvAGbG3nKqpzPOdbE9wFCAQ2qt-c
Imagen, Pixabay.