Un incendio como el ocurrido en una recicladora de llantas en Tarímbaro, obliga a la reflexión. Los neumáticos son la base del transporte a nivel global, desde los aviones hasta las bicicletas. En 2021 se vendieron 75. 8 millones de coches nuevos en todo el mundo. La producción de automóviles alcanzará los 98.9 millones en 2025. Y en todo el mundo, en 2040 tendremos dos mil millones de coches y 790 millones de camiones.

 

Leonor Solís

El fin de semana pasado, prácticamente desde cualquier punto de la ciudad de Morelia se vislumbraba una gigantesca columna de humo negro, resultado del incendio de un centro de acopio de neumáticos, EcorMX, en Tarímbaro.

Un conocido mío publicó en sus redes sociales un conmovedor mensaje sobre una conversación que tuvo con su hijo pequeño, quien esperaba que los culpables ya estuviesen en la cárcel. Al principio el mensaje me conmovió mucho. Casi como en una película, me imaginé a una serie de maleantes que con las peores intenciones prenden fuego a un depósito de llantas, que ni siquiera sabíamos que existía. Al final de la historia los maleantes son atrapados y llevados a la cárcel por su delito. Final feliz.

Es probable que este tipo de historias o explicaciones las generemos en nuestra imaginación y jamás ocurran en la realidad, pero nos funcionan psicológicamente para olvidarnos del asunto. Sin embargo, esto despertó mi curiosidad sobre el tema y fue duro encontrar que el sitio donde ocurrió el incendio lejos de pertenecer a maleantes, pertenece a una empresa que busca alternativas ecológicas para los neumáticos, ello también me llevó a tener curiosidad sobre los efectos ambientales que tienen los neumáticos.

Encontré que los neumáticos son un auténtico atentado contra el entorno; el caucho sintético y su masiva fabricación lo convierten en un problema ambiental de primer orden en todo el mundo. Debido al auge de la cultura del automóvil, es cada día mayor la cantidad de neumáticos fuera de uso (NFU) que se general a nivel mundial. Su acumulación en vertederos de basura de manera descontrolada, pueden causar serios daños al medio ambiente y a la salud pública.

Contaminación de los neumáticos fuera de uso

Los neumáticos son la base del transporte a nivel global, desde los aviones hasta las bicicletas. Por ello, el transporte, incluidos los vuelos aéreos, representa el 95% de los neumáticos, mientras que para la agricultura se utiliza el restante 5%, en tractores, etc. En 2021 se vendieron 75. 8 millones de coches nuevos en todo el mundo. La producción de automóviles alcanzará los 98.9 millones en 2025. Y en todo el mundo, en 2040 tendremos dos mil millones de coches y 790 millones de camiones. Con el aumento de la producción de coches nuevos, es obvio que el problema de los residuos de NFU no desaparecerá pronto.

La creciente demanda de vehículos se ha traducido en un aumento de la producción de neumáticos nuevos. La producción de neumáticos alcanzó su máximo histórico en 2019, antes de la pandemia. En la Unión Europea, por ejemplo, en 2020, se produjeron 4.2 millones de toneladas de neumáticos.

Actualmente las cifras emitidas por Asociación de Fabricantes de Cauchos, relacionadas a la mala gestión en el desperdicio de los NFU, son alarmantes. Un neumático pasa a estar fuera de uso cuando alcanza su vida útil y debe ser sustituido por otro. De esa manera en los Estados Unidos para el año 2015, la cantidad de 460 mil toneladas de cauchos fueron a desperdicio y se almacenaron en vertederos de basura.

Debido a que los neumáticos están hechos de caucho sintético, no son biodegradables, y su composición química particular conduce a la lixiviación de tóxicos en el suelo y el agua. Las investigaciones aún no han determinado si los neumáticos montados en pilas aspiran suficientes productos químicos (como el óxido de zinc) para ser peligrosos, pero eliminar los neumáticos al quemarlos en lugar de reciclarlos de forma segura puede tener graves consecuencias para el medio ambiente.

Alrededor de 6.1 millones de toneladas métricas de polvo de neumático acaban en nuestra atmósfera y cursos de agua cada año. Es uno de los contaminantes microplásticos más comunes en nuestros océanos, e incluso se ha encontrado en lugares remotos como el Ártico.

De manera que la contaminación que provocan los neumáticos nos muestra un panorama desolador en la mayoría de los países, salvo contadas excepciones de algunos países europeos donde se aplican políticas más eco-responsables y, sobre todo, consiguen hacerlas cumplir, ya que demasiado a menudo se hace caso omiso de la prohibición de echarlos a los vertederos.

A menudo, para acabar con estos residuos se queman, en ocasiones en hornos industriales, pero es evidente que trasladar la contaminación a la atmósfera en forma de grandes cantidades de sustancias tóxicas es crear otro problema.

La solución tampoco es almacenarlos. Su almacenamiento acaba siendo también sinónimo de polución por su degradación química pues, si bien no son biodegradables, sí experimentan una peligrosa descomposición parcial que contamina suelo y agua.

Contaminación de los neumáticos en uso

Pero la contaminación de los neumáticos no se restringe a cuando los dejamos de usar, los neumáticos contaminan mientras usamos nuestros respectivos medios de transporte, bicicleta, automóvil, autobús, etc. Aunque pueda parecer que la producción y la fase de residuo son los periodos de la vida del neumático que más afectan al medio ambiente, esto es una percepción equivocada. Es a lo largo de su vida útil cuando se produce el mayor impacto ambiental de un neumático, algo totalmente ajeno al proceso de fabricación y reciclaje.

¿Cómo puede ser esto? Pues bien, el consumo de energía de un automóvil depende en gran medida del contacto del neumático con el asfalto debido al rozamiento. Cuanto más rozamiento o resistencia a la rodadura, más consumo habrá, y por lo tanto, mayores emisiones de CO2 y otros gases contaminantes. Cada vez que un conductor frena, acelera o gira en una curva, los neumáticos de su coche se desgastan un poco.

Como resultado, el desgaste de los neumáticos produce casi dos mil veces más partículas contaminantes que las que emiten los tubos de escape de los coches modernos.

Las partículas de los neumáticos contaminan el aire, el agua y el suelo, y contienen una amplia gama de compuestos orgánicos tóxicos, entre ellos conocidos carcinógenos, lo que sugiere que la contaminación de los neumáticos podría convertirse rápidamente en un problema importante para los organismos reguladores.

La contaminación atmosférica causa millones de muertes prematuras al año en todo el mundo. La exigencia de mejores filtros ha hecho que las emisiones de partículas de los tubos de escape de los países desarrollados sean ahora mucho menores en los coches nuevos. Sin embargo, el peso cada vez mayor de los coches hace que los neumáticos desprendan más partículas a medida que se desgastan en la carretera.

Las pruebas también revelaron que los neumáticos producen más de una tonelada de partículas ultrafinas por cada kilómetro recorrido, es decir, partículas menores de 23 nanómetros. Éstas también se emiten por los tubos de escape y son especialmente preocupantes para la salud, ya que por su tamaño pueden penetrar en los órganos a través del torrente sanguíneo. Las partículas inferiores a 23 nanómetros son difíciles de medir y actualmente no están reguladas.

Desafortunadamente, no podemos hacer desaparecer el consumo asociado al rozamiento entre los neumáticos y el asfalto. Eso equivaldría a que no hay ningún tipo de agarre entre rueda y suelo, por lo que ni siquiera avanzaría. No obstante, lo que sí podemos hacer es tratar de minimizar ese consumo.

Para ello, lo primero es tener los neumáticos en óptimas condiciones. Algunos consejos para alargar la vida de los neumáticos implican mantener los neumáticos en buenas condiciones, los cuales también valen para minimizar el consumo asociado al rozamiento. Un neumático en buenas condiciones es más seguro y más eficiente.

Para minimizar el consumo, uno de los aspectos clave es mantener la presión correcta de los neumáticos y adaptarla según la carga del vehículo. Además, conviene tener la dirección bien alineada y evitar conducir de manera que los neumáticos puedan tener un desgaste irregular.

Partiendo de la base de que llevamos los neumáticos en buenas condiciones, llegamos a la siguiente pregunta: ¿se puede reducir el consumo, y con ellos las emisiones de CO2 asociadas al rozamiento del neumático sin reducir la efectividad ni el agarre del mismo? La respuesta es sí, y se conocen como neumáticos de baja resistencia a la rodadura.Los neumáticos de baja resistencia a la rodadura nacieron de la necesidad de reducir el consumo de combustible y las emisiones de CO2, algo cada vez más demandado por los usuarios y totalmente necesario debido a las restrictivas normativas anticontaminación.

Estos neumáticos se han convertido en especialmente atractivos para su uso en aquellos coches donde prima la eficiencia, como son los híbridos y los eléctricos.

La disminución de la resistencia a la rodadura, se consigue principalmente mediante tres actuaciones: un nuevo diseño de la banda de rodadura, una composición química que incluye un porcentaje de sílice y la utilización de una carcasa más ligera

Reutilización y Reciclaje

La reutilización de los NFU, ya sean enteros o modificados para usos que no sean el ideado originalmente por el fabricante, es una práctica muy común y aquél que la lleve adelante no encuentra límites más allá de los que le ponga su propia imaginación para darles una nueva vida. Por ejemplo: Implementación de parques infantiles. Defensa de muelles o embarcaciones. Rompeolas. Terrazas o como represas. En la construcción de barreras anti-ruidos. Taludes de carretera y pistas de carreras.

Reciclarlos para su conversión en asfalto, es una idea que comenzó a ponerse en práctica en los años sesenta en Estados Unidos y desde entonces se han conseguido grandes avances. De hecho, son muchas las propuestas al respecto, y los estudios y nuevas iniciativas no dejan de multiplicarse en todo el mundo.

Además de representar una interesante salida para grandes cantidades de neumáticos usados su trituración para mezclarlos con el asfalto ayuda a mejorar sus características, al tiempo que ahorra tener que usar un polímero que también resulta contaminante.

Al margen de los beneficios ambientales, a nivel práctico el resultado de utilizar neumáticos da como resultado un asfalto más seguro, con mayores prestaciones, aunque también suele ser caro con respecto al convencional. En concreto, se logra un pavimento más viscoso y elástico, que se deforma menos, aguanta la intemperie, las temperaturas extremas y el agua.

También gana en durabilidad y reduce de forma significativa la contaminación acústica, haciendo innecesarias las barreras de contaminación acústica, con lo que se evitan también sus inconvenientes. En este sentido, si se tienen en cuenta las prestaciones que se obtienen, incluyendo el gesto verde, su mayor precio acaba no siéndolo tanto.

Además de esta aplicación para el reciclaje de neumáticos, existen otras muchas medidas como su uso como arrecifes artificiales (un experimento fallido que está obligando a desmantelarlos al descubrirse su toxicidad), su conversión en energía eléctrica o, por ejemplo, la reutilización de algunas de sus partes, entre otras el metal y las fibras textiles.

Su transformación en materiales de construcción o de otros muchos materiales que se emplean en el sector textil, entre otros, también está ayudando a reducir sus dramáticos efectos en el medio ambiente. Podemos encontrar restos de neumáticos camuflados allí donde menos lo esperemos, desde las suelas de zapatos a la fabricación de cubiertas o tejados y cables de freno a aislantes acústicos o de vibración, alfombras, losas de goma o para la fabricación de suelos flexibles de pistas deportivas o de zonas de ocio.

Pese a sus casi infinitas utilidades, el caucho sigue siendo un problemón ambiental que no acaba de solucionarse del todo con iniciativas de este tipo. Son interesantes, y logran éxitos parciales dignos de alabar, pero los cientos de miles de toneladas que se generan cada año en todo el mundo difícilmente puede mitigarse.

Es por esta razón que muchos somos parte del humo que contaminó la ciudad de Morelia el fin de semana pasado. Inevitablemente todos dependemos del caucho prácticamente, porque necesitamos transportarnos. Hasta la fecha como humanidad no hemos encontrado alternativas al caucho, una suma de caucho natural y sintético (o petróleo). El ser capaces de reinventar la rueda podrían ser el nuevo gran invento del siglo. O, por qué no, confiemos en que poco a poco den sus frutos los denodados intentos de muchos científicos por buscar sustitutos sustentables del caucho natural, que respondan a las necesidades del mercado actual del neumático.


Fotografía: Incendio en recicladora de llantas, el 7 de enero, en el municipio de Tarímbaro, colindante con Morelia. | Secretaría del Medio Ambiente


Mi pasión personal y profesional es la comunicación ambiental, en específico la comunicación audiovisual ambiental. Trabajo realizando esa labor en el Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad de la UNAM. Soy miembro de la mesa directiva de la Asociación Internacional de Comunicación Ambiental y miembro fundador de la Red Mexicana de Periodistas de Ciencia. Me gustan muchas cosas muy disímiles, pero más me gusta la idea de compartir, compartir curiosidad, aficiones, gustos. Compartir y construir juntos. Por eso me dedico a compartir lo que me encanta y me parece importante. Encontrar otros que comparten lo mismo, hacen y no se dan por vencidos, es el regalo.  Espero nos encontremos en este camino.