“La abadesa Hildelgard, del convento benedictino de Repertsberg (Alemania), escribió en el año 1160 que “la amargura del lúpulo combate algunas enfermedades que se esconden en las bebidas, y permite que éstas se conserven durante mucho tiempo.”

 

Horacio Cano Camacho

Hoy quiero suspender por un rato nuestro diccionario patito de palabrejas indispensables, para buscar algo más amable. Y qué puede haber más relajante que tomarse una cerveza a media tarde. Un buen amigo me mandó unos artículos de investigación sobre los efectos positivos de la cerveza y quiero compartirles mis impresiones. Desde luego, esta no es una recomendación para ponerse a darle a la barra libre. Una cerveza puede ser nutricionalmente valiosa, varias, mostrarnos los efectos tóxicos del alcohol. Así que continúe leyendo y no se apresure al refrigerador o a la hielera.

Vamos a comenzar por describir brevemente qué es la cerveza (como si hiciera falta…). Esta bebida ha acompañado a la humanidad desde hace mucho, puesto que en la prehistoria (en el neolítico) ya se bebía algo similar. Fueron los romanos los que le pusieron el nombre de cerevisia, al parecer modificando una voz celta que hace referencia a una bebida alcohólica de granos germinados de cebada u otros cereales fermentados en agua. Para tener cerveza (o algo parecido) se requiere que las enzimas de la levadura, un microorganismo, digieran el almidón del cereal germinante y lo conviertan en azúcar y luego otras enzimas fermentan el azúcar y lo convierten en alcohol y gas carbónico (CO2).

Esto debe saber a rayos o, mejor dicho, a pan remojado (las levaduras son las mismas que convierten la harina en pan y el proceso es casi el mismo). Fue en el siglo XI, en las abadías del centro de Europa donde se mezcló con una planta nativa del Tíbet, caracterizada por un fuerte sabor amargo: Humulus lupulus, mejor conocido como lúpulo. Esta planta había sido descrita por sus propiedades medicinales y es la gran protagonista de nuestro texto.

La abadesa Hildelgard, del convento benedictino de Repertsberg (Alemania), escribió en el año 1160 que “la amargura del lúpulo combate algunas enfermedades que se esconden en las bebidas, y permite que éstas se conserven durante mucho tiempo”. El lúpulo es el responsable del gusto amargo y perfumado de la cerveza y efectivamente, presenta propiedades antisépticas y aromatizantes por los montones de metabolitos secundarios que produce.

El grano aporta fundamentalmente los carbohidratos que se fermentarán hasta alcohol y varios aminoácidos, pero el lúpulo es muy rico en polifenoles, un grupo de compuestos derivados de los aminoácidos aromáticos, alanina y tirosina, involucrados en muchos procesos fundamentales de la planta, incluido la defensa contra patógenos y la protección contra luz UV. De este grupo destacan los flavonoides, como el xantumol que en estudios in vitro han mostrado actividad anticarcinogénica, actividad antiinflamatoria y antitrombótica.

Y aquí un primer llamado de atención: muchas veces se cuelan a la prensa investigaciones muy básicas sobre los efectos importantes de compuestos vegetales de tal o cual planta, generando falsas expectativas, pero hay que recordar que se trata de efectos observados en condiciones controladas de pureza, concentración y …cultivos de células o tejidos, no en el organismo completo (lo que llamamos estudios in vitro). Así que tómelo con calma y no crea que, si una cerveza es “buena” para la salud, tomarse todo el barril es mejor…

Los receptores GABAA (Gamma ácido-aminobutírico), como su nombre lo índica, reciben las señales de un neurotransmisor muy ubicuo en el cerebro. Los daños de estos receptores están asociados con muchas enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson y la enfermedad de Huntington, así como ligados a la respuesta a muchas sustancias usadas como antipsicóticos y ansiolíticos. Se han realizado varios estudios de los efectos derivados de extractos de pentano y myrcenol, purificados del aceite de lúpulo y de la propia cerveza que potencian la respuesta de los receptores al GABA. Y en varios experimentos se ha observado (con ratones), que inducen un sueño profundo y estadios de tranquilidad, amplificando la respuesta al neurotransmisor.

Estos resultados son muy interesantes y no son tan sorprendentes. La cerveza es una bebida muy compleja, cuya calidad depende del grano germinado usado, de la calidad de las levaduras que la fabrican y de las fragancias herbales adicionadas, como el lúpulo. Pero no olvidemos que es una bebida alcohólica y este compuesto es tóxico para nosotros arriba de ciertos volúmenes. Hay una gran discusión sobre cuánto es un consumo moderado, es decir, cuánta cerveza podemos beber antes de que la concentración de alcohol provoque más daños que los beneficios como los aquí mencionados. Y la discusión es fuerte, pero siempre se orienta hacia volúmenes pequeños que van de un vaso (120 ml), hasta dos cervezas al día (entre 300 y 600 ml), dependiendo del sexo, el índice de masa corporal, la edad y otras consideraciones de salud.

De manera que es posible que el consumo de una cerveza al día (no más), pueda tener efectos benéficos para conciliar el sueño, una buena actividad antioxidante, tranquilizante, ser estimulante del apetito y sea la fuente de mayor investigación farmacológica y toxicológica, sobre todos sus componentes. Así que ya lo sabe, el abuso no solo causa daños, sino que oscurece su beneficio potencial. ¡Salud!


Originario de un pueblo del Bajío michoacano, toda mi formación profesional, desde la primaria hasta el doctorado la he realizado gracias a la educación pública. No hice kínder, por que en mi pueblo no existía. Ahora soy Profesor-Investigador de la Universidad Michoacana desde hace mucho, en el área de biotecnología y biología molecular… Además de esa labor, por la que me pagan, me interesa mucho la divulgación de la ciencia o como algunos le dicen, la comunicación pública de la ciencia. Soy el jefe del Departamento de Comunicación de la Ciencia en la misma universidad y editor de la revista Saber Más y dedico buena parte de mi tiempo a ese esfuerzo.