“Por mi casa vive mucha gente inmune. No sé cómo lograron su inmunidad, si es de nacimiento, fueron vacunados o algo sucedió, pero ellos no se enferman o al menos eso es lo que creen.”
Horacio Cano Camacho
Podríamos pasar discutiendo horas con los enemigos de las vacunas, sobre la importancia y seguridad de estas como el componente más eficaz de la salud pública desarrollado hasta ahora, sin embargo, no tiene caso. Ponernos a debatir con hechos y evidencias contra creencias es muy complicado e inútil porque no se trata de comprender, de parte de los antivacunas, para tomar las mejores decisiones. Se trata de buscar “argumentos” e ideas que refuercen sus creencias. Así que hoy no escribiré de divulgación de la ciencia, hoy voy a redactar un panfleto.
El asunto de las vacunas no es una discusión nueva o presente en los países con más deficiencias educativas. De hecho, parece ser al revés. Muchos de los países con mayor nivel educativo y donde, además, se tienen los más altos niveles de vida, también son los que más presencia de los antivacunas tienen. Al grado que muchos estados han emprendido campañas para explicarle a la gente que se vacune, incluyendo algunos que tienen líderes antivacunas como Trump.
En muchos de los países más ricos, como EU, Canadá y varios de Europa, hasta seis de cada diez personas no están dispuestas a vacunarse contra el Covid-19, pero ya acapararon la producción inicial y del próximo año de vacunas, caso contrario en países como el nuestro, donde al parecer este no será un problema muy serio, pero las dosis tardarán en llegar y a cuentagotas.
Recientemente, diarios de gran prestigio han publicado los ingredientes de la vacuna de Pfizer/Biontech que ya se está aplicando y claro, no hay rastros en la fórmula de microchips (que en todo caso deberían ser nanochips, dada la escala), ni virus mortales, ni sustancias extrañas, simplemente ácidos grasos, sales, azúcar, agua y ARN.
Pero a quien está convencido de la peligrosidad de vacunarse, de inmediato le saltan dos alarmas: el gobierno, los científicos y los medios mienten, claro que no nos dirán que tienen de verdad esos frasquitos… Y la otra alarma: ARN (o RNA por sus siglas en inglés), ¡Nos van a inyectar ARN y luego este se meterá en nuestro genoma y tomará el control! Los intentos de explicar que ese virus no es “lisogénico” como el VIH y no se integrará a nuestro genoma, que los coronavirus no hacen eso y que una vacuna de ARN que solo codifica para la proteína S, blanco inmunológico a bloquear, menos lo hará, han resultado vanos…
Y si Pfizer es el malo y desea controlar al mundo, su enemiga comercial, Moderna (entre otras empresas), se puso de acuerdo con ellos en eso de las villanías y desarrolló una vacuna con los mismos principios y con solo algunos cambios en el vehículo para entregarla y que le dan mayor tolerancia térmica. Pero no, también Moderna quiere hacernos daño…
¡Producen alergias! (la de Pfizer, en este caso, que es la única aplicada). En un mundo con siete mil millones de habitantes, encontrarte una proporción de alérgicos es lo más normal del mundo. De hecho, cuando me apliqué la vacuna contra la influenza me preguntaron si no tenia alergias previas a una vacuna o si no tenía conocimiento de alergias a algún componente, como la albumina y me pidieron que esperará media hora en los alrededores, antes de irme a casa porque siempre puede haber respuestas exacerbadas en casos muy raros.
Bueno, en lugar de esas vacunas basadas en algo tan marciano como el ARN (para aquellos que nunca llevaron biología en la escuela), por qué mejor no vamos con la de Oxford-Astra y la Sputnik. Ambas son diferentes a las de ARN, trabajan con virus modificados que funcionarán como vectores. Son los adenovirus que nos causan resfriados muy leves y están por todos lados. Pero no se preocupe, fueron desensamblados en el laboratorio y eliminados todos los elementos que le permiten reproducirse y localizar y penetrar en nuestras células y sólo actuarán como vectores para entregar la vacuna, es decir, mostrarán a la proteína S para entrenar a nuestro cuerpo a defenderse de una enfermedad nueva y con la que no había tenido contacto. Pero no, dos enemigos políticos, económicos, ideológicos como Rusia e Inglaterra/Suecia, se pusieron de acuerdo para controlar al mundo vía las vacunas.
Bueno, vamos a China donde la estrategia de algunas compañías es usar la técnica ya probada desde hace más de 200 años y mejor vacunarnos con virus atenuados, es decir, neutralizados en su capacidad de replicarse y que por experiencia son muy seguras y con una buena eficacia, y de paso “derrotamos” los argumentos de muchos sobre la velocidad “peligrosa” con que se desarrollaran las vacunas y ponemos sobre la mesa una que lleva 200 años aplicándose (su tecnología): ¡No, es China, el virus es chino, esa enfermedad llegó de China, los chinos (a pesar de ser ya la segunda potencia económica del mundo) hacen cosas chafas y …quieren controlar al mundo!
Cada argumento racional, es de inmediato contestado con creencias, con falacias, con tonterías, entre más estrafalarias, más impactantes… Recuerde, las mentiras viajan más rápido que cualquier verdad.
Por mi casa vive mucha gente inmune. No sé cómo lograron su inmunidad, si es de nacimiento, fueron vacunados o algo sucedió, pero ellos no se enferman o al menos eso es lo que creen. A diario tenemos fiestas a las que nos invitan a todos a través de su música, gritos y franca alegría. Yo tengo encerrado desde finales de febrero. Me enfermé y tuve que guardar reposo, además soy de los muy vulnerables y se me juntaron las dos cuarentenas, así que los acompaño en su “felicidad” desde casa a donde llega todo su ruido, e intento comprender.
Dudo que su franca irresponsabilidad sea falta de información. Un año después de mensajes, explicaciones, evidencias, enfermos y muchos muertos, cada vez más cercanos, nos falte información. A mí se me ha muerto gente muy cercana y muchos otros conocidos, como a todos ya en este país. De manera que su actitud solo refleja estupidez o inmunidad, pero una resistencia inmunológica contra el pensamiento racional y una carencia de mínima disposición para con el bien común.
A veces me consuela pensar que los antivacunas y mis vecinos me darán mayor posibilidad de que alcance una dosis. Pero luego lo pienso mejor: Mis vecinos, esos de las francachelas casi a diario, estarán los primeros en la fila, hasta apartarán lugares para sus familiares desvelados y si se enferman en el intermedio, el recurso de la negación es muy fácil, ¡es culpa del gobierno que no me explicó!
Hoy amanecí muy pesimista, pero con música de mariachi y cantos de felicidad en la casa de al lado…
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Excelente artículo, doctor, confirmamos lo que escribió Aristóteles, «las pasiones no se combaten con razones»
Vi la entrevista a una ex-antivacunas, ella explica que esa postura es plenamente emocional, y que para hacer a un anti-vacunas cambiar de opinión no se deben dar pruebas, ellos se creen muy objetivos refutando cosas, por lo que es mejor hacerles dudar de sus ideas por lo que es mejor decirles «bueno, ¿y que ganan con ponerte un microchip si con tu celular ya te tienen controlado? ¿que ganan ellos modificando tu ADN?» y cosas así, de los que se niegan a creer en el COVID, vi por ahí que en este caso se agrava por que es una defensa psicológica, se protegen del estrés de la enfermedad negandola, un mecanismo de evasión de la realidad, pero si, la verdad frustran mucho.